Opinión

Por: Humberto Leyton

Sea cual fuere los resultados de la encuesta que concluye este 12 de julio, para definir el aval de Cambio Radical a Rosmery Martínez o Ricardo Orozco, este hecho es la consumación de una traición a la amistad y la lealtad que le han profesado los hermanos Martínez a Germán Vargas Lleras, durante cerca de 30 años en el Tolima.

Independientemente de los resultados del sondeo, lo que está en juego es el valor al afecto, al apego, a la devoción entre amigos que va más allá de los compromisos políticos. Es un estado casi que indisoluble donde el respeto, la lealtad y la confianza priman sobre las circunstancias pasajeras y cálculos electorales. A los amigos fieles no se les puede cambiar por cifras o porcentajes electorales.

Y eso precisamente fue lo que hizo el dirigente nacional de Cambio Radical con sus devotos y fervientes representantes en el Tolima. Ningún argumento o pretexto, se puede esgrimir para sacar tan olímpica y vergonzosamente a dos personas que durante muchos años han llevado las banderas de ese movimiento en el departamento. La amistad no es un valor comercial ni muchos menos electoral que se puede medir en votos.

Una coyuntura de una campaña no puede destruir un afecto construido durante tantos años y tantas batallas. Pero se me olvidaba que estaba hablando de política, y ahora recuerdo aquellas escenas de traiciones en la Roma antigua, cuando la sangre del Julio César que le había dado tanta gloria al imperio, manchó el mármol del senado, en la conspiración organizada por Casio y Bruto.

Este es solamente un reflejo de la felonía, constante en la historia de la actividad política en todas partes del mundo, no es solo un producto colombiano. Y en el Tolima  a diario se registran estos hechos. Uno de ellos, es el del congresista Aquileo Medina, hecho, formado, promocionado y patrocinado por Emilio Martínez y, en el momento que más lo necesitaba, en lenguaje popular de plaza de mercado y de cantina arrabalera: le dio la puñalada trapera a su mentor. Cosas de la política.

Aclaramos que somos críticos de Cambio Radical, por los que representa en el statu quo político y la carga de pecados que tiene, como la mayoría de partidos; que no conocemos ni hemos tratado a la señora Rosmery Martínez, y con Emilio solamente nos cruzamos unos cuantos saludos y tratamos algunas veces hechos, en razón a mi actividad periodística, pero nada nos une, nada nos ata para que quede claro.

Simplemente nos motivó a escribir estas líneas, la perfidia de Vargas Lleras hacia unas personas que han sido sus leales amigos en el Tolima, cosa común en la política pero no entre amigos.

Así existan pactos anteriores con el sector barretista del conservatismo, no se justifica, de ninguna manera, el sacrificio a que sometió a la señora Rosmery, solamente por apuntarse, hipotéticamente al que puede resultar ganador, aunque no compartan filosofía ni criterios políticos.

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La amistad en nuestro concepto, es algo sagrado, que se construye a lo largo de los años, donde se ponen a prueba muchos valores como la fraternidad, lealtad, la solidaridad, el respeto, el compartir las victorias o las derrotas. Y más aún, el soportar los temporales que se puedan presentar en el camino, y tomarlos como una medicina que fortalezca los indestructibles lazos de lo que es una verdadera amistad. Esa que no conoce al pedante e impotable Vargas Lleras.