Periodismo de análisis y opinión de Ibagué y el Tolima

Opinión

¿Y la ciudadanía qué?

¿Y la ciudadanía qué?

Por Samuel Gómez


En anterior artículo había desarrollado el tema de la necesidad de unidad de las corrientes alternativas en Ibagué, para evitar que sean los mismos que han sembrado el atraso, los que sigan en el poder local, y continúen, sin que se haga algo importante para evitarlo.

Pero en el camino, del sondeo de las diferentes fuentes de opinión, surge un elemento que es necesario, antes que pretender instaurar un estilo de gobierno diferente, se trata de mover a la ciudadanía para que, con su voto reaccione, se apropie de la realidad, y sea ella la que en democracia decida cambiar la continuidad viciosa, con que nos tienen en el atraso.

Cuando se analiza el origen de la tendencia de la gente a votar siempre por los mismos, se encuentra uno en todas partes, con la misma génesis de esta problemática, con muy pocas excepciones, como ha ocurrido por momentos de la historia en Bogotá y Medellín, por ejemplo, en casos en que se ha impuesto el voto verdadero de opinión.

De lo contrario, la gente, a sabiendas casi siempre, de que su voto resultará en gobiernos clientelistas y despilfarradores, cae presa de las maquinarias que la compran con puestos, lisonjas y migajas, repartidas con el abuso velado del presupuesto público y distintos recursos no santos, que se mueven bajo la mesa.

Así, la gente sigue eligiendo a los mismos; desde luego, nosotros en Ibagué y el Tolima, somos parte de ese entramado clientelista, que, por supuesto, pagamos todo el tiempo, con atraso y frustración.

Vale la pena retomar en este corto ejercicio, algunas de las estratagemas con que se distrae y engaña a la opinión pública, para que siga cautiva; como poner entre la gente opiniones con una gran carga emocional, enunciando con la ayuda de los medios cooptados por ellos, sucesos violentos o eventos de moda, que mueven a la sensibilidad, para evitar la crítica verdadera y de fondo, por parte de los ciudadanos, de la inefectividad de sus erráticas políticas y pobres ejecuciones.

Llegan a hacer creer a los habitantes de Ibagué, que la situación en que nos encontramos es inevitable de superar, y que, sucede por nosotros mismos, porque así somos de tibios los ibaguereños, sin iniciativas ni aspiraciones; optan también por proponer soluciones que se ejecutan gradualmente y generan con ello expectativas, que en su realización consumen la vida de generaciones, sin que se concrete el resultado, como pasa con el acueducto alterno de Ibagué.

Finalmente, se enorgullecen de hacer algunas obras rutinarias cada cuatro años, pretendiendo conformar con estas, las aspiraciones de la gente. En fin, nos creen ingenuos e incapaces de ser los dueños de nuestro propio destino.

Ibagué es posible, solo si la ciudadanía cambia de actitud y se hace dueña de sus propias decisiones; si los jóvenes asumen su rol como agentes verdaderos del cambio y no permiten que los de siempre sigan manipulando los aconteceres del municipio.

Si la gente buena acepta el reto de construir ciudad, y, finalmente, si en vez de hacer tertulias y corrillos sobre críticas y chismes parroquiales, tomamos la decisión de hacer valer nuestro voto, como una contribución verdadera al desarrollo regional, porque, si no, los malos seguirán ganando.   

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