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Opinión

Siempre hay tiempo

Siempre hay tiempo

Por Juan Bautista Pasten G.


El tiempo constituye, sin lugar a dudas, uno de los conceptos y elementos que más ha ocupado y preocupado a los pensadores durante toda la historia de la humanidad. En efecto, ha sido objeto de estudio tanto de científicos naturales y sociales como de filósofos y teólogos, además ha sido símbolo inspirador de artistas en sus diversas manifestaciones (música, literatura, escultura y pintura).

Ahora bien, ¿qué es el tiempo? ¿El tiempo tiene una existencia real, objetiva, que nos envuelve y trasciende o es sólo uno de los tantos convencionalismos humanos? Son interrogantes audaces y complejas, por tanto, de no fácil respuesta.

Ciertamente, el tiempo – al igual que el espacio – representan inquietudes conceptuales que han permanecido desde el lejano origen de los humanos hasta nuestros días. Incluso, la física ha realizado una división del mismo: pasado, presente, futuro. En consecuencia – querámoslo o no – la temporalidad es una realidad y problemática que no podemos soslayar ni subestimar.

Por lo pronto, las definiciones y consideraciones acerca del tiempo – todas ellas respetables y necesarias de examinar – las encontramos por decenas en todos los ámbitos culturales. Algunas de ellas, son las siguientes: “La creación del universo es el inicio del tiempo cósmico, así como la creación del hombre es el inicio del tiempo humano” (teología cristiana); “El tiempo es la separación de los acontecimientos producto de los cambios constantes” (física newtoniana); “El tiempo es la manifestación sublime del eterno retorno de seres en constante evolución” (F. Nietzsche); “El tiempo y el espacio son creaciones mentales” (E. Kant); “El tiempo es la develación del ser”. M. Heidegger; “El tiempo verdadero es vivir el presente del pasado, el presente del futuro y el presente del presente”. Agustín de Hipona.

Más allá de las complejidades cognoscitivas, el tiempo es y ha sido una temática apasionante y trascendente, cuya creciente comprensión nos impulsa y motiva a vivirlo de modo cada más sublime y valórico, tanto en lo personal como en lo social. Efectivamente, independiente de las diferencias ideológicas que tengamos, el tiempo es aquello con que contamos para hacer efectivas nuestras creencias, nuestros proyectos y nuestros sueños.

El tiempo nos permite apreciar la historia del ser humano, con sus virtudes y sus falencias. El tiempo, también, posibilita proyectarnos en el incierto porvenir. El tiempo nos hace vivenciar - si estamos atentos e íntegros - la luminosidad y esplendor del Ahora.

Ciertamente, muchos escritores y poetas han logrado percibir, intuir y rescatar el tiempo en toda su bendita manifestación y nos lo han mostrado en sus obras.

Para nosotros, una de más bellas concepciones del tiempo en sus múltiples expresiones, lo encontramos en “El Eclesiastés” de Salomón, donde se muestra y valoriza el tiempo de manera sublime.

Ahora bien, me permito citar, textualmente, la riqueza de algunos versos del texto mencionado:

     “Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora,

      Tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;

      Tiempo de matar y tiempo de curar, tiempo de destruir y tiempo de edificar;

      Tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de endechar y tiempo de bailar;

      Tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar;

      Tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de desechar;

      Tiempo de romper y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar;

      Tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz;

      ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?

      He visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.

      Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”.

Pues bien, ocupemos nuestro breve paso por este planeta para descifrar los enigmas de la Vida, para pensar, habitar y construir espacios de bienestar para nosotros y nuestros congéneres, para vivir en armonía con la naturaleza y, fundamentalmente, para sentir y actualizar el llamado profundo de la eternidad en todas y cada una de nuestras acciones.

¡El inefable tiempo será percibido y asumido plenamente por todos los seres humanos, cuando sea cubierto de Amor, Alegría y Paz!

“El amor es el espacio y el tiempo medido por el corazón”. M. Proust, literato francés.

“! ¡Qué insensato es el hombre que deja transcurrir el tiempo estérilmente!”. Goethe, poeta y escritor alemán.

“No perdamos nada de nuestro tiempo; quizás los hubo más bellos, pero este es el nuestro”. J.P. Sartre, filósofo francés.

  • Docencia e investigación en filosofía

          Universidad de Chile


La columna escrita por Juan Bautista Pasten G. no representa la línea editorial del medio El Cronista.co

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