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Opinión

Palabras tan graves

Palabras tan graves

Por: Óscar Perdomo Gamboa


Pero no hay honestidad en ese simulacro. Abudinen repetirá la historia de otros ministros que también salieron de manera vergonzosa. Guillermo Botero, ministro de defensa cuestionado por bombardear menores de edad, salió por la puerta de atrás y fue premiado con la embajada en Chile; Alberto Carrasquilla, el de los bonos de agua y responsable del estallido social, también fue sacado a sombrerazos y halló estratégico refugio en el Banco de la República. No se extrañen si la exministra termina de canciller o alcaldesa de Sincelejo; ah, eso ya sucedió.

Lo peor es que esas renuncias, más mediáticas que sinceras, no sirven para nada, pues los funcionarios del gobierno son fichas desechables que Uribe mueve desde las sombras para que sigan su plan y sus órdenes. Tras la salida de Botero, no sólo no se detuvieron los crímenes del ejército, sino que se ampliaron a masacres de la policía durante el Paro Nacional bajo las órdenes del nuevo ministro Molano. Igualmente, la renuncia de Carrasquilla no impidió que el gobierno y sus cómplices aprobaran a pupitrazo otra reforma tributaria. La persona que reemplace a Abudinen también será un peón al servicio del establecimiento que continuará con el guion: el dinero no aparecerá, seguirán los hurtos y los niños no tendrán internet.

El seudogobierno de Duque insulta a los colombianos de frente. La salida de la ministra es sólo un acto hipócrita para aparentar honestidad. La paradoja de Giuseppe Tomasi di Lampedusa vive en Colombia: todo cambia para que todo siga igual. Si la ministra ignoró la palabra “dignidad”, al menos aportó una nueva al diccionario de colombianismos: “abudinear”, pero no se la digan porque se enoja y ahí sí aparenta ser digna.

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