Por Carlos Alberto Estefan Upegui  - Exgobernador del Tolima

Paulo Freire pedagogo y educador brasileño quien plantea el diálogo como el camino para la liberación de la injusticia y la opresión, argumenta que una de las condiciones para convivir en paz es “aceptar o respetar la diferencia”, así como la actitud irrespetuosa perjudica la comunicación y genera una interacción social poco saludable.

“En democracia se respeta la libre expresión y el derecho al disenso como garantía de la ciudadanía para ejercer el contrapeso a los poderes establecidos”, no cabe el insulto, la grosería, la tergiversación, la mentira o la conspiración.

En consecuencia, cada quien está llamado a tolerar al otro y a respetar su forma de pensar aunque no la comparta. Sin embargo, el fanatismo y la polarización se han apoderado del país y con ello la intolerancia y el irrespeto.

La tergiversación y el agitado ir y venir de noticias falsas, chismes de prensa, acusaciones y señalamientos se convirtieron en el «fuego enemigo»

Jaime Sabines, reconocido como uno de los grandes poetas y políticos mexicanos del siglo XX dice: "a mi edad, no quiero convencer a nadie de nada…  Que cada uno llegue a la verdad por sus propios pasos, y que nadie le llame equivocado o limitado“(…)

“No tengo ningún deseo que me digan que la luna es diferente a mis sueños.”

Esto nos enseña la lógica del pensamiento de muchos colombianos que simpatizan con el Presidente Petro transcurridos dos años de Gobierno, quienes ya tienen definida su posición y difícilmente van a cambiarla.

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Saben igualmente, que el terror y desconfianza como panorama planteado por la oposición ha fracasado porque es una oposición necia, por decir lo menos, empeñada en no dejar gobernar. Se ha dedicado a hacer ruido, pero no ha aportado nada positivo.

Recordemos que las militancias políticas están comprometidas, por lo menos las que tienen asiento en el Congreso, organismo que no refleja la voluntad ciudadana, y además, se ha empeñado en sabotear las iniciativas del ejecutivo.  Así las cosas, el país político se ha radicalizado y nadie piensa retractarse.

De una parte, la oposición, los tibios y los desleales, y de otra, los fieles a la propuesta de cambio, los dos bandos irán inequívocamente hasta el final a las urnas, cada uno en defensa de lo suyo y punto.

Entre tanto, en la franja de opinión, los estudiantes, los corrillos callejeros, los taxistas, las amas de casa, los jubilados, los desempleados e informales, hay muchos a favor del Gobierno, aunque se acepta que también los hay en contra; no obstante, si tenemos en cuenta que en las presidenciales fueron 11,2 millones de votos a favor, la mayor cantidad en la historia, difícilmente podría descontarse en su totalidad.

En consecuencia, lo que sigue es reservarse para depositar el voto en el 2026. Quedan dos años y en un abrir y cerrar de ojos se habrán iniciado formalmente las campañas políticas, si es que algunos querrán comenzar desde antes.