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Opinión

Las crónicas de Gardeazábal

Las crónicas de Gardeazábal

Por: Edgardo Ramírez Polanía


Al escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, lo distinguen algunas personas más por su segundo apellido que por su nombre como es costumbre a veces en nuestro país. De todos modos, es conocido nacional e internacionalmente por su nombre completo, sus dos apellidos o por sus obras escritas, especialmente “Cóndores no entierran todos los días”. Se trata de una novela sobre la violencia política en Colombia de los años 50 que azuzaron los gobiernos conservadores de ese entonces en todo el país y que el autor registra esos acontecimientos en Tuluá, departamento del Valle,  que le imprimen a su calidad de escritor un sello indeleble.

“Cóndores no entierran todos los días”, ha tenido 25 ediciones entre legales y piratas y se continúa leyendo  desde el día en que el jurado presidido por el nobel Miguel Ángel Asturias en España le otorgó a esta inolvidable novela el premio Manacor. 

La novela sigue siendo un éxito por la realidad del cruento exterminio de liberales llevado a cabo por los llamados “pájaros”, bandas numerosas de criminales ignorantes, extorsionistas y asesinos encabezados por León María Lozano, un vendedor de quesos apodado el Cóndor, que se hizo famoso  por sus convicciones políticas, lo despiadado y por los crímenes que ordenaba cometer. Álvarez Gardeazábal, comenta que conoció a alias el  “cóndor” León María Lozano, cuando de niño, empujaron la puerta de su casa con violencia y entró el cóndor a exigirle un favor a su padre que era concejal conservador y después desde lejos en el “Happy Bar”, lugar donde se reunía a darle las órdenes a los “ pájaros” para sus crímenes.

Después de muerto Lozano a balazos, decidió escribir a los 25 años esa historia cuando enseñaba literatura en la universidad de Nariño. Allí  con el fruto de su pluma hizo realidad los hechos de la novela y que el autor dice: “Yo logré mostrar al personaje de carne y hueso, tanto al mito como a la víctima”. Debido al éxito de la publicación, en 1984 fue llevada al cine, dirigida por Francisco Norden  y como protagonista Frank Ramírez quien interpretó a León María Lozano. La película no fue filmada en Tuluá sino en Subachoque Cundinamarca. El libro y la película siguen siendo importantes para conocer la violencia política en Colombia. 

Gustavo Álvarez Gardeazábal, no requiere presentación. Pero debe decirse, que posee una inteligencia clara, vivaz, aguda,  y una palabra caudalosa que ejercita en su vivienda campestre “El Porce”, donde bajan a visitarlo la mayoría de la clase dirigente y empresarial del país, porque según él no resiste la altura de las ciudades.

Algunos dicen, que  tiene una simpatía personal y gracia humorística que llega hasta la ironía con amigos y adversarios. Escribe y lee sus crónicas de distintos acontecimientos de la vida nacional e internacional, que desde la época de la   pandemia suman 500 editoriales. En la presente semana escribió una excelente crónica que se lee con agrado y admiración sobre el libro de antología poética del Tolima titulado “soñando Despierto”  del dirigente, escritor y reconocido el mejor orador del siglo XX Alberto Santofimio Botero, que define: “ es un trabajo que solo alguien con la voluntad inquebrantable, la capacidad de juzgar con serenidad pese a las adversidades como Alberto Santofimio Botero podía realizar”…” Quizá por ello sabe escoger los poetas de su tierra con escalpelo y rigurosidad y permite  la plena satisfacción a sus lectores convencidos que fue y será para la historia el mejor escritor hablado del Tolima y, porque no de Colombia”. Elabora sus crónicas desde su finca “El Porce” acompañado de  árboles frondosos, música selecta y libros, pendiente de los hechos culturales. Por eso hace un  justo reconocimiento a la editorial Pijao Editores de Ibagué y un análisis del libro de Cecilia Caicedo Jurado Profesora de la Universidad Tecnológica de Pereira sobre su libro de cuentos “No me saques de Tierra Mágica”, donde el estilo de su análisis denota su dominio de las formas y la manera para matizar con trazos líricos  el relato que alcanzan un acento de precisión  y mesura. Distinto a Cóndores, que atravesaron los cielos dejando un recuerdo negro y un estela de muerte que será  recordada por su realismo que hacen del libro una lectura necesaria para conocer las consecuencias de la violencia y de la película, tal vez, la mejor interpretación de género histórico y político del país.

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