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Opinión

La indignación de los jóvenes, ¿proporcional a los abusos de la fuerza pública?

La indignación de los jóvenes, ¿proporcional  a los abusos de la fuerza pública?

Por: Víctor Sánchez, gestor cultural


Hasta para los conflictos armados existen  normas, pero las autoridades  de Ibagué  no  respetan ni las normas de la guerra, reconocidas  por las naciones civilizadas, obligatorias para los Estados y los actores en armas. Uno de esos principios del Derecho Internacional Humanitario es la regla de la proporcionalidad que prohíbe la violencia excesiva y limita el uso de armas y procedimientos que agravan inútilmente los sufrimientos de las personas, por la ventaja militar y  colocan límites al uso desproporcionado de la fuerza.

Contamos ocho días, en los que  las comunidades de Ibagué y de  gran parte del país, se expresan por un conflicto social y político de dimensiones nunca vistas: Paros, marchas, plantones, bloqueos, desmanes y vandalismo; conflicto social al  que el Gobierno Nacional le ha dado tratamiento de guerra llevando a la militarización de las ciudades, con la intimidación armada, para frenar la protesta social.

De acuerdo con las organizaciones defensoras de  Derechos Humanos del Tolima, se  están violando todos los protocolos al dar tratamiento de guerra a la movilización social, sacar soldados de los batallones a cuidar las calles no es proporcional ni es permitido en un Estado Social de Derecho.

No es proporcional que un kingkong  borracho, este fin de semana en el barrio la Gaviota, se quite la correa negra llena de taches y le mande tres fuetazos a su hijastro  de diez años porque le reclamó cuando le daba golpes a su mamá. 

No existe proporcionalidad  cuando un policía le  dispara y mata a un niño de Cali porque en la protesta, le pegó una patada  e irrespetó su uniforme de tortuga ninja, ni en el  acto cruel y desalmado del  policía  que disparó y mató a Santiago Murillo, en Ibagué  a dos cuadras de su casa, luego de que un grupo de muchachos indignados por la condición en que viven,  le tiraron   piedra a la tanqueta blindada del Esmad.

Aún más  inhumano es , que la fuerza pública  que, según el Alcalde Hurtado, está para defender la vida y honra de las personas, para proteger a los niños, niñas y adolescentes; no le haya prestado auxilio, que ningún taxista acudiera, y que el conductor de una camioneta particular se negara a llevarlo a la clínica, para  “evitar   problemas”. Les ganó la indolencia, lo dejaron  morir.

Muchas personas  sentimos  rabia y dolor por lo que está sucediendo en el país en esta hora de  incertidumbre y desasosiego, sentimos  además, que la indignación crece  proporcional con cada abuso, con cada acto de violencia contra jóvenes desarmados,  a quienes las estadísticas del DANE  los registra  en el primer lugar de desempleo.

Nos embarga, confunde y crece proporcionalmente esta indignación, cuando Juan Martín Caicedo Ferrer, un ex  alcalde de Bogotá detenido e investigado por peculado hace treinta años, hoy presidente de la Cámara Colombiana  de Infraestructura, lleno de arrogancia y prepotencia reclama y exige mano dura  por los desmanes, el vandalismo y los bloqueos contra los peajes, porque  ponen  en riesgo la economía del país, y en absoluto se refiere, no dice nada frente a los  mil  elefantes blancos, obras inútiles o abandonadas  en Colombia, fruto del despilfarro  y la corrupción  de varios miembros del gremio que él representa. 

La indignación de los jóvenes  crece al ver a los artistas populares de  Coral Ciudad Musical sin un lugar donde escampar, sin espacios para  ensayar y sin un escenario digno  para sus voces y canciones, mientras en obras como el Museo Panóptico, un  mastodonte único en el centro del país, se han invertido más de 20 mil millones de pesos, en los últimos gobiernos.

No sea sapo, recomendaba una  coach y consejera espiritual esta mañana, no diga ni lea  cosas negativas, no se meta en  problemas, deje que cada cual haga lo que su horóscopo le diga, no sea pesimista, hable de cosas bonitas y agradables. Recomendó  para la salud física y mental, hacer ejercicio, tomar agua en abundancia, respirar diez veces antes de dar una opinión, hacer yoga en la terraza, no mirar mensajes de Facebook ni escuchar noticias falsas.

Pero la calle los llama, el olor a gas pimienta  es fascinante,  escuchar las consignas y  caminar de la plaza de Bolívar hasta la 37 con Quinta, es un ejercicio saludable, ver a muchachas y muchachos  cantar y gritar por la avenida Ambalá, genera angustia a algunos  habitantes del Vergel, pero  también levanta los ánimos  a los del Jordán y a quienes viven en los barrios del sur; recorrer la avenida 60, encontrarse con los amigos y amigas alrededor de los  centros comerciales sin comprar nada, escuchar los pitos de los moteros, taxistas y camioneros sumados al paro, exalta los nervios de algunos, al igual que  estimula  el espíritu de  lucha de los jóvenes, que no quieren que se expidan más reformas, sino que desean vivir de otras formas. 

Gioconda Belli, la poeta de nicaragüense, se refiere  en un poema  a “Los portadores de sueños”  como una generación marcada por el  amor, románticos y  pensadores de utopías, a quienes sus madres encontraban llorando por un pájaro muerto y que más tarde también, los encontraron a muchos muertos como pájaros.

Permanecer encerrados y aislados para evitar el contagio del Covid- 19 es necesario;  a la vez, no podemos dejarnos  contagiar de indolencia, de  indiferencia y de rechazo. Vivir angustiados  y callados, puede ser una opción; pero creo que nos va mejor si  escuchamos la voz de  los jóvenes, antes de que amanezca.

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