Periodismo de análisis y opinión de Ibagué y el Tolima

Opinión

La constante suicida entre adolescentes de Ibagué

La constante suicida entre adolescentes de Ibagué

Con la abrumadora cifra de niños, niñas y adolescentes suicidas consumados o en ideación suicida, el municipio de Ibagué y en general el departamento del Tolima, ocupan estadísticas relevantes para el INMLCF (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencia Forenses), para lo corrido de las dos primeras décadas del Siglo XXI (1).

En tal sentido, hacerle sociología o psicoanálisis desde la sola óptica clínica a las probables causas de esta constante entre los adolescentes tolimenses que optan por terminar su frustración, su desasosiego o quizá hallar su último placer sádico en dejar o intentar dejar de vivir, además de concitar una especulación, reduce el análisis a un contexto meramente de lo personal conductual, alejando adrede la responsabilidad de los nichos familiar, cultural, económico y social del o de la suicida o de su versión idealizada. 

Por ello acá surge el debate para los psicólogos comunitarios de hoy, por lo menos para el Tolima: ¿acaso es moralmente más fenomenológico el suicidio o su ideación entre los y las jóvenes tolimenses, que acaso lo era en la antigüedad?

Pues no.  Para la mayoría de las sociedades antiguas o civilizaciones de Oriente y Occidente, la idea y el hecho consumado de terminar autónomamente con la vida era, por decir lo menos, moralmente aceptado y socialmente aplaudido, como le recuerda Vicente Muelas y Ochoa Mangado: 

Los egipcios… los galios, celtas, hispanos, vikingos, nórdicos y visigodos consideraron razonable el suicidio por vejez, muerte de los esposos, muerte del jefe o enfermedad grave o dolorosa. En China el suicidio era un acto de honor y lealtad mientras que en Japón se llevaba a cabo mediante un acto ceremonial, motivado por expiación o por derrota. En Meso América los mayas veneraban a Ixtab, diosa del suicidio, en una práctica tolerada, para defenderse de situaciones extremas, salvar el honor de una persona, de la vergüenza pública o de las desgracias (2).

Así que fuera del consabido espectáculo mediático y de su consecuente generación de ingresos para los medios de comunicación amarillistas, la consumación de un nuevo suicidio o la alarma temprana sobre un o una idealizada suicida adolescente tolimense, no contextualiza el fenómeno socio-cultural, ni menos lo vuelve dialéctico o al menos hermenéutico.   

Nuevos enfoques científicos al fenómeno suicida juvenil tolimense    

Los psicólogos comunitarios además de los parámetros y enfoques clínicos ya estandarizados y homologados por el Ministerio de Salud y Protección Social (3), cuentan con herramientas de la investigación social que les pueden permitir dar una mirada más contextualizada (hermenéutica si se quiere) a cada hecho reportado en particular en Ibagué o en cualquiera de los 47 municipios del Tolima.

En particular uno de los más recientes: El modelo contextual ecológico (MCE), con este se pueden observar los factores asociados en los entornos micro, meso, macro y crono sistemáticos al desenvolvimiento del suicidio consumado o de ideación suicida entre los adolescentes a evaluar, implementándose el análisis de los factores distales y proximales presentes en, y durante, su convivencia escolar o cotidiana; un buen comienzo para el psicólogo comunitario que lo use sería definir el mismo concepto de factor de riesgo como una característica variable que incrementa la posibilidad de ocurrencia de un evento adverso, el cual debe ser identificable previamente (9).

La teoría de los sistemas es la base del MCE, creado hacia 1970 por el psicólogo ruso-norteamericano Urie Bronfenbrenner, el cual es explicado por la psicóloga mexicana Cristina Villalba según la cual la orientación ecológica en la intervención comunitaria, tiene por objeto de trabajo, la interacción de la persona y su ambiente (11).

Según esta autora, a la persona se la ve en permanente desarrollo y se concibe a éste, como un cambio perdurable en el modo en que la misma persona percibe su ambiente y se relaciona con él; de allí que los distintos ambientes definidos en el modelo ecológico, son a su vez sistemas, funcionando como tales, en los cuales el ser humano es un elemento más; puntualmente destaca Villalba (2003) que:

Dentro de estos sistemas, los aspectos físicos (vivienda, configuración de un barrio, ruidos…) son también elementos en interacción que han de ser considerados en la valoración e intervención comunitaria.  Los modelos eco sistémicos describen los procesos adaptativos e inadaptativos de las personas y los factores situacionales e individuales que median en esos procesos.  La aportación de Dohrenwend (1974, 1978) se aproxima a una comprensión ecosistémica de los procesos de inadaptación.  Esta autora elaboró un modelo conceptual de inadaptación que se apoya en el concepto de “Tensión psicológica”, y no necesariamente psicopatológica, frente a acontecimientos vitales estresantes.  Además, consideró “el crecimiento psicológico como un posible resultado del proceso de reacción frente al estrés” (Dohrenwend y Dohrenwend, 1974).  También definió como factores situacionales moderadores del estrés predictores de adaptación, la presencia de recursos materiales y de una red de Redes sociales (11).

Destaca también lo anotado sobre la (MCE) por la institución de educación superior colombiana, UNAD (2015) quien citando a Santrock (2006), considera que el enfoque de sistemas “Proporciona uno de los pocos marcos teóricos que examinan de forma sistemática contextos sociales, a niveles tanto micro como macro”, sosteniendo que “de esta manera, Bronfenbrenner cruza la brecha entre las teorías conductuales que se enfocan en pequeños escenarios y las teorías antropológicas que analizan escenarios más grandes” (12).

Conclusión: sumarse a la teleología que explique a los niños suicidas    

La psicología comunitaria ibaguereña debe adentrarse en el fenómeno de los y las jóvenes suicidas tolimenses, escindiendo de plano todo juicio moral al mismo, y por el contrario buscando lo que Horacio Vargas y Javier Saavedra cuestionan al decirnos que no son tan prolíficos los estudios e investigaciones específicos a la ideación suicida entre adolescentes, para luego valorar que: “la conducta suicida podría considerarse una continuidad que va desde aspectos cognitivos como la ideación suicida, hasta los conductuales, como el intento suicida o el suicidio” (6).

La teleología del fenómeno, si se quiere por los responsables públicos del tema, deberá acoger lo compilado recientemente por Brígida Montoya en el estudio para Forensis del INMLCF, que percibe comprender las complejas aristas del suicidio y el impacto que genera en los sectores de salud, economía, educación y social en general, donde según ella, se requiere que sea abordado desde diferentes enfoques, al ayudarnos a concluir que:

Es necesario interrogar su relación con todas las facetas de la vida personal, familiar, escolar, laboral y social del suicida; además de tener presente los contextos en los cuales se ejecuta: rural, urbano, local y regional; pues esta manera de muerte es un fenómeno complejo, en cuya etiología influyen factores biológicos, psicológicos, culturales y sociales (7).

Siguenos en WhatsApp

Artículos Relacionados