Por Óscar Perdomo Gamboa - Escritor

Germán Vargas Lleras, más conocido por el coscorrón que dio a uno de sus escoltas y por liderar uno de los partidos políticos con más corruptos condenados, demostró una vez más su desprecio por la gente.

En un video ya bien conocido en las redes sociales, afirma que su plan B contra la reforma laboral es que las empresas echen a la calle a miles de trabajadores; más aún, fue tan cínico que declaró en radio que había sido tergiversado y acusó indirectamente a los sindicatos que promovieron el paro de 2021 y el estallido social.

Aquellos nacidos en cuna de oro que se saben dueños del país están acostumbrados a que los demás seamos su servidumbre, sus peones, sus esclavos. Por eso son felices haciendo guerra con nuestros hijos, clavándonos impuestos y quitándonos nuestros derechos.

Y cuando el subyugado se atreve a levantar la voz de protesta, le sacan los ojos o lo desaparecen. Son tan viles, que declaran tranquilamente que botarán a miles de empleados, incluso si eso implica perder productividad y ganancias, con tal de crear desempleo y hambre, es decir, con tal de no dar a los trabajadores lo que merecen.

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Y pensar que estos canallas son los mismos que luego acusan al pueblo que protesta de “resentido”. ¿Qué esperan? ¿Qué nos quedemos toda la vida bajando la cabeza para que la pisoteen impunemente? No, señor Vargas Lleras, el pueblo no es su tapete, los trabajadores no son peones para su juego político, los colombianos no somos bestias a las que usted maltrata por vicio o gusto.

El cambio es imparable. La reforma tributaria ya se dio, la de la salud sigue a pesar de tanta mentira de la oposición, y la laboral tomará el mismo rumbo. No lo digo con un optimismo ciego, sino porque el pueblo, por primera vez en muchos años, está vigilando a sus representantes para que no se opongan a lo que lo favorece. Ese control político es el que ha permitido que, incluso intocables como Álvaro Uribe, tengan que responder ante la justicia.

ADENDA: Otro que tendrá que responder es Óscar Iván Zuluaga por sus vínculos con Odebrecht. Los corruptos van en declive.