Opinión
Invitación a pensar distinto
Por Carlos Alberto Estefan Upegui
La mordaza social se ha vuelto común contra quien se muestre inconforme con la situación actual del país.
Eso de "todo vale o todo está bien" o "más vale malo conocido que bueno por conocer", son frases ahora de un cinismo imperdonable.
Se trata de un acto de absoluta irresponsabilidad y falta de criterio.
Representa lo mismo que "seguir de mal en peor" sin que a nadie le importe.
Además, es inaudito ver familiares y amigos de todas las condiciones y clases sociales, permeados al extremo por esta conducta; además, de haberse convertido en sus defensores de oficio.
Casi cómplices Ingenuos de la mediocridad y la deshonestidad de los políticos y funcionarios cuestionados.
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Todo como consecuencia de la connivencia y la alcahuetería derivada del miedo que se les ha infundido, sobre cualquier opción política diferente a la tradicional (y conste que no menciono nombres ni corriente ideológica alguna).
Actitud perversa, cuyo objetivo es considerar el cambio como un peligro y no al contrario, porque supuestamente "el país se acaba", siendo realmente eso lo que está sucediendo.
Pero quien no comparta estos puntos de vista entonces es objeto de agresión, se le insulta y descalifica. Son críticos sin compasión pero intolerantes y rabiosos para escuchar y dialogar.
Es lo que ellos digan y punto, nadie ni nada los conmueve, prefieren prescindir de la amistad de su interlocutor o terminar con su relación familiar, además de bloquearlo en redes sociales.
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Nada más absurdo.
Mientras tanto, los tribunales y los entes de control que se supone son el fiel de la balanza, tienen la obligación de velar por la democracia y servir de garantía para el ciudadano, con el fin de aclarar, señalar y sancionar las irregularidades, tampoco son de fiar debido el mismo deterioro institucional en que se encuentran. Entonces, ¿a quién recurrir?
Seguidores que en lugar de informarse bien y hacer pedagogía por el bien del país, prefieren hacerse los de la "oreja mocha", ignorar la realidad y, por el contrario, repito, apoyar indirectamente al narcotráfico y la corrupción, enfermedades estas las más graves de nuestra sociedad.
Se trata, entonces lastimosamente, de un electorado sumiso, sin vergüenza alguna, que con sus aplausos y vítores continúa premiando los ilícitos.
Ojalá estas elecciones presidenciales no sean otro intento fallido; cuatro años más que se dilapiden sin solución, y se siga de mal en peor mientras la ley del más fuerte continúe haciendo de las suyas.
Así las cosas, el bienestar general como prioridad, y nuestras potenciales riquezas naturales.
El espíritu creativo y emprendedor de nuestra gente, pasarían de nuevo a un segundo plano y nuestra condición de nación respetuosa de la democracia y sus instituciones encargadas de preservarlas, seguirán siendo una utopía, una fantasía, un cuento de hadas que siempre anhelamos como ciertos, pero que nunca tendremos.
Por lo menos los de edad mayor, tal como lo quisimos, pero que por fuerza de las circunstancias se nos agotó el tiempo nadando a contracorriente.
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