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Opinión

Gardeázabal, el muerto que sigue vivo

Gardeázabal, el muerto que sigue vivo

Por: Óscar Domínguez


La invitación a la inauguración de su sepultura la hizo uno que está vivo y coleando. Se declara “rendido por los años, pero gozando de senectud”. Admite que hace rato “huele a gladiolos”.

Por los recovecos de internet circuló alguna vez esta insólita convocatoria del escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal:

“El próximo martes 26, a las 6 pm, en el Cementerio Museo de San Pedro en Medellín inauguraremos la tumba donde mis restos descansarán más temprano que tarde, aledaña a las de Jorge Isaacs y Tomás Carrasquilla. La escultura es del maestro Jorge Vélez Correa y el diseño de la arquitecta María Isabel Velázquez. Mucho me gustaría contar con tu compañía en ese acto para luego tomarnos una copa de vino».

La invitación me recordó al escritor y humorista norteamericano Art Buchawald. Cuando murió, The York Times ofreció un video en el que el humorista se despedía: “Hola, soy Art Buchwald y acabo de morir”. Punto.

Todo estaba listo para la inauguración de la sepultura de Gardeazábal, vino de consagrar que tanto les gusta a los ateos, pero uno de los paros de esos días frustró el foforro. Vivos y muertos nos quedamos con los crespos hechos.

El escultor Vélez Correa es el mismo que cráneo la escultura del fundador del Cementerio Libre de Circasia, Braulio Botero Londoño, quien le había ofrecido a Gardeazábal un puesto bajo el mismo descreído sol.

Pero la nueva administración del camposanto quindiano que acoge huéspedes de cualquier creencia desde 1932 decidió que en el Cementerio Libre ya no se admiten esculturas. Y al gurú Gardeazábal le tocó buscar irse con su música, su lengua triperina y su escultura pa’ otra parte.

Encontró residencia eterna en el que en el pasado era conocido como el cementerio de los ricos de Medellín. Se codeará eternamente con su paisano vallecaucano Jorge Isaacs y con don Tomás Carrasquilla.

El novelista está que baila en una sola pata a pesar de sus achaques y de la hiperacusdia que lo acosa. El sabelotodo Google nos informa que “en medicina, la hiperacusia o algiacusia, es un síndrome auditivo extremadamente debilitante, que convierte los sonidos cotidianos del ambiente en doloroso”.

Más noticias buenas para el escritor. La Universidad del Valle, de donde es egresado, empezó, en vida, hermano, en vida, la publicación de su obra completa. En la primera entrega incluyó la novela El Divino “la que más felicidades y gozo me deparó”.

El escritor respondió inquietudes mías cuando la inauguración de la escultura era un hecho:

¿Por qué le sacaron tarjeta roja en el cementerio de Circasia?

Una de las tantas logias masónicas de Pereira se apoderó del Cementerio y dejó de ser LIBRE.
¿El encanto de vivir su eternidad en Circasia?

Mi anticlericalismo que me unificó por 4 décadas a pensar muy igual que Braulio Botero el fundador del Cementerio Libre de Circasia, un buen amigo.

¿Por qué parado si la eternidad es tan larga?

El cadáver se queda como símbolo para los que viven, la eternidad no existe, existen los agujeros negros
¿Qué méritos hizo para haberse ganado un cupo allí?
En Circasia ya no tengo cupo. En el Museo Cementerio de San Pedro en Medellín, la generosidad paisa con los desterrados.
¿Cómo ha sido su relación con la vida?
Finalmente, uno vive para morir.
¿Cómo será su relación con la muerte?
Hasta ahora dicen que en los agujeros negros no hay ni vida ni muerte.

¿Después de muerto quién vive?
Solo sobreviven los recuerdos de lo que uno hizo en la vida. Los escritores llevamos gabela, hay más opciones de que nos recuerden.

¿Y si de pronto Dios sí existe?
Si en el futuro llegan a esa conclusión, yo estaré muerto para saberlo ¿o no?
¿No lo asusta pensar que la muerte es para toda la vida?
¿Si la muerte hace parte de la vida por qué asustarse?
¿Lo mejor de la vida?

¡¡GOZARSELA!!

¿Lo mejor de la muerte?
Si hay chance…me la gozo.

¿Si clasifica para la reencarnación que personaje encarnaría?
Qué aburrido, entonces, ¿para qué la muerte?

¿Por qué pidió posada en el cementerio de San Pedro, de Medellín, en el pasado llamado el cementerio de los ricos?

Cuando me echaron de Circasia las directivas del Museo Cementerio de San Pedro me abrieron las puertas.

¿Cómo convenció a la burocracia del cementerio para que lo acogieran?

Ellos me convencieron porque ahora son laicos.

¿Por qué exigió que fuera sepultado en fogoncito con su paisano Isaacs y con don Tomás Carrasquilla?

Yo no he exigido, me ofrecieron que si quería estar al lado de Isaacs y de Carrasquilla, con quienes el paso de los años y la manera de vivirlos nos identificó.
¿Considera que tiene tanta calidad literaria para no desentonar en semejante compañía?

Eso no es problema mío, es de un libro titulado «Cóndores no entierran todos los días»

¿Y de la escultura que lo acompañará, obra del maestro Vélez qué?

No la conozco en persona, las fotos que me mandan son abrumadoras, habrá que oír al escultor Vélez Correa explicándola.

¿Estará de pie o aquí sí se dejará incinerar?

Me encantaría seguir de pie para no doblar la cerviz, pero con el cadáver hacen finalmente lo que quieren otros.

Por qué su epitafio: ¿Cóndores no entierran todos los días?

¿Vos naciste dónde que hay que explicártelo?

¿Desea que el día de habitar en el San Pedro “esté lejano” como en el verso de Barba Jacob?

No se sabe qué es más oneroso, si la vejez o las enfermedades.
¿No era mejor morir primero y que lo enterraran después?
La ilusión del don de mando no se pierde sino a la muerte. 

LA ESCULTURA

Desde julio de 2017, el escultor Vélez Correa le describió a la Junta del Cementerio de Circasia la escultura:

La Estrella, Antioquia julio 17 de 2017

Señores
Junta Cementerio Libre de Circasia

Me permito describirles la escultura que acompañaría la tumba del gran escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal; se trata de un bronce estatuario fundido a la cera perdida de tres metros de altura por ochenta centímetros de ancho. Este bronce que se inspira en el vuelo de los cóndores arropa en su parte central un busto del escritor (anexo imágenes). La obra está posada sobre un pequeño pedestal de 30 x 60 x 100 centímetros, enchapada en granito negro; el sitio elegido está pensado para que armonice con el eje de simetría de la fachada del cementerio que la separa del monumento a Ñito Restrepo; la escultura de Gardeazábal tiene una altura similar a la del poeta.
Quedo atento a sus inquietudes y agradezco su diligencia para adelantar cuanto antes la instalación de la obra programada para agosto.

De antemano de gratitud,
Jorge Vélez Correa. Escultor.

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