Opinión

El respeto al ejercicio de la democracia

El respeto al ejercicio de la democracia

Por: Edgardo Ramírez Polanía


En el valor de las agrupaciones sociales lo esencial es el hombre, decía Dostoievski.

El Estado democrático se garantiza si sus fines están destinados a satisfacer las necesidades humanas, dentro de exigencias que deben tener como premisa fundamental la libertad. En Occidente se ha puesto de relieve la importancia de la dignidad del individuo. Las democracias basadas en los “derechos del hombre”, han afirmado que todos los hombres son iguales ante la ley, y que  el bienestar del individuo es la meta del gobierno. Palabras que no dejan de ser un sueño. En el medio ambiente de nuestros países americanos se ha caracterizado en general el pensamiento democrático, en contraste con el control despótico de los regímenes absolutistas y autocráticos.

Esta primordial importancia del medio ambiente democrático, ha sido reconocida muy lentamente por quienes están interesados en cambiar la humanidad, pero lo que se observa es la concentración de los privilegios. Escuché a Alberto Santofimio Botero, la semana anterior citando a Maurice Duverger, dentro de la conexión directa entre el sistema electoral y el sistema de los partidos, en el programa Democracia en Acción, dijo: “La democracia sin el pueblo no existe” y que los actuales partidos en decadencia son ajenos a las necesidades que golpean las facciones más débiles de la sociedad por causas del caudillismo y el presidencialismo  continuo de 20 años que acabó con la alternativa de otros partidos”. Agregó que El Partido Liberal, subsistió en la hegemonía conservadora por su criterio disidente y de cambio, que en 1930, con el triunfo del liberal Benjamín Herrera, conciliador y quien utilizó los medios de comunicación para exponer sus ideas de cambio social hizo las grandes reformas ideológicas de López Pumarejo que hoy subsisten. Le asiste razón al doctor Santofimio Botero experimentado analista político quien debió haber sido Presidente de Colombia, si la mentira y las fuerzas del odio no se lo hubieran permitido. Tanto es así, que fue mejor cambiar no sólo la política con el triunfo de un gobierno como el de Gustavo Petro, a continuar con un mismo partido por varias décadas que puede llevar el poder a la autocracia, la corrupción y odiosos privilegios.


El poder obnubila, enceguece y crea una niebla imperceptible sobre el intelecto del gobernante y hasta de los empleados que tienen un mediano poder, formada por el humo del incensario que baten los más cercanos y lejanos colaboradores, para   que todo se vea perfecto por donde deba pasar el Jefe de Estado.

Los ideales de quien esto escribe han sido Liberal de pensamiento no de partido con tendencia social demócrata. Y antes tuve de profesor de economía dos años en mi Universidad Libre al marxista doctor Hernando Llanos un gran conocedor del tema. Por eso  veo en el revolucionario una persona que exige de los demás, ser optimista y escuchar nociones absolutas y ver el mundo de manera excepcional hacia el futuro conforme sus concepciones y nada más. Esta apreciación parece inexorablemente propicia a mis designios de enemigo de las desigualdades. El mecanismo de mi actitud es, pues, elemental y si se quiere primario, pero su eficacia me parece discutible. El mundo de los no revolucionarios lo consideran relativo, ambiguo y nada puede ser previsible con una fe laxa sobre su propio destino y el de los demás. Los revolucionarios encarnan la necesidad, la certidumbre y el optimismo como la obligación más natural  perentoria e irrefutable. Por eso, acontece que se escogen como equipo de colaboradores  a personas que no tienen las calidades para ejercer el cargo como le sucedió al Presidente Petro, sino que sólo manifiesten tener las ideas de su partido y ser locuaces y manillas de hilo. Estos asesores por incompetencia tienen ideas distintas a su jefe y le hace oposición desde dentro del gobierno. Asunto que obviamente no debe aceptarse, sino estudiarse previamente, de donde resulta que existe la improvisación. Existe la necesidad de superar lo que hicieron quienes pasaron dejando ruina y desolación, así les parezca un error que haya linajes distintos u otras ascendencias que todo pretenden cambiar lo que pretenden inmodificable.

El Presidente Gustavo Petro no puede dirigir, su gobierno, elaborar los decretos y los proyectos de ley, y defenderse de la jauría de lobos del presupuesto encabezados por la oposición y los dislates de sus amigos, que como Roy Barreras, quien envía absurdos mensajes que la ideología del gobierno no es la eficaz, sino la que propone su nuevo partido creado  por él a la sombra del Pacto Histórico. Un plato revuelto que no consumen ni los ambulantes “habitantes de la calle” cercanos al Capitolio Nacional. Los Ministros deben ser asesores, ejecutores de una política global de gobierno, no pequeñas islas de náufragos que reclaman recursos del presupuesto.

Es el momento propicio para dar un pronto viraje radical en el destino de los programas del gobierno, contra los enemigos dentro del gobierno de su mismo Partido, en los medios de comunicación, el Congreso y en aquellos que ven que los cambios son un factor que les proporciona una incomodidad a sus intereses, como son los negociantes de la salud, y el ahorro nacional, que garantiza el gobierno nacional, pero es un enunciado teórico como los demás derechos fundamentales contenidos en la Carta Marga.

Los sistemas democráticos están en crisis, pero por encima de ello, debe respetarse al menos el resultado representado en las urnas, los derechos adquiridos y quienes trabajan con el gobierno obren con lealtad, que es la base de las relaciones humanas. La crisis no sólo es Europa y Estados Unidos, sino en nuestros pobres países, Nicaragua, Haití, Venezuela, Bolivia, Perú. Ecuador Argentina y Colombia, que han se encuentran carcomidos por la corrupción entre uno de sus peores males, que ha llevado a las desigualdades sociales y al enfrentamiento social, que está siendo imitado en el mundo, con protestas violentas rompiendo vidrios de edificios, incendiando casas, vehículos y echando bala a los manifestantes, como se ha visto a energúmenos civiles en la marchas de protesta.

Lo mismo que los casos por el empeoramiento de los equilibrios sociales y la falta de poder para atender las demandas de la gente, que han sido castigado por regímenes militares de corte autoritario y corrupto como en Argentina con los militares y los civiles Carlos Menem, Kirchner, Eduardo Duhalde, Alberto Fernández. Macri y Chile con Pinochet que robó, asesinó y terminó con los derechos elementales del ser humano. Y Alberto Fujimori en Perú, la representación del abuso y el delito.

Estas actuaciones de hecho no se deben permitir porque se deslegitima la voluntad popular. En este caso, se debería incluir un nuevo delito en la Corte la Corte Penal Internacional, contra aquellos funcionarios de los Congresos Nacionales que revoquen el poder de los presidentes elegidos democráticamente para que sirva de muro de contención a esos despropósitos por despojar del poder de manera ilegal a los verdaderos elegidos, como la señora Dina Boluarte Presidenta del Perú que ve desde su ventana como se consume su ese país en crisis en el caos y la incertidumbre.

Los organismos internacionales no hacen nada en estos casos y la OEA, FAO, FMI, OIT, OMS, OMT, se volvieron unos dormideros de burócratas profesionales a quienes se les pagan favores políticos como Ordoñez Maldonado que estuvo conociendo algo más que Bucaramanga. Por eso la necesidad que modifiquen funciones del CPI, para que se lleven ante ese organismo a gobernantes que hayan cometido delitos de lesa humanidad como son los homicidios colectivos de personas quemadas por órdenes de esos gobiernos en las protestas y que son competencia de ese organismo por abuso del poder.

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