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Opinión

El reinado de mi pueblo

El reinado de mi pueblo

Por: Gabriel Tique


Entre risas, recordé una de las frases más icónicas para estas fechas: junio es para tomar, pero, ¿tomar qué? Tomar malas decisiones por consecuencias de las mujeres Tapa Roja con sus taparrabos pequeños, o fumar más que el mohán, quizás encontrarse un tunjo de oro para hacerse millonario, o quizás tomar malas decisiones por consecuencia del exceso de cerveza.

Como si fuera ayer, recuerdo que estas festividades en Ibagué eran la cuna para que sucedieran cosas carnavalescas, o bueno así lo recuerdo en mi infancia. Insisto, esta ciudad no deja de sorprenderme con sus peculiares formas de recibir a personajes de diversas partes del país y del mundo. Sigo insistiendo que en una ciudad sin ley ni orden por primera vez vemos policías en las calles, se ha reducido un poco el índice de delincuencia, pero todo derivado a que ya está por culminar el mandato del alcalde electo que está asegurando votos para él o la siguiente zarigüeya que quiera usurpar el gallinero llamado Ibagué.

Las festividades se presentan para el goce, pues era así que los espartanos, los vikingos y los romanos se preparaban previo a una batalla en la que no sabían si salían vencedores o acreedores de ello. Efectivamente los ibaguereños nos estamos preparando para una de las batallas que lidiamos cada cuatro años.

La Marcha Carnaval en los últimos 13 años ha sido la apertura para las festividades en la ciudad, pero hay mucha gente que no entiende la finalidad política que esta tiene: ir en contra de la explotación minera y de esas leyes que avalan el daño al medioambiente. Muchos asisten simplemente porque sí, sin conocer su trasfondo. De este modo, cuando la marcha se cruza con elecciones políticas, de repente surge interés en los partidos políticos y sus candidatos. Pero cuando llegan al poder olvidan todas las propuestas del beneficio ambiental que prometieron mientras brindaban con aguardiente o iban al ritmo de las papayeras en la caminata por la carrera Quinta.

Para ser sincero, ¿qué imagen le vamos a dejar a estas personas que vienen a comerse un delicioso tamal o probar el chancho más especial del país? Obviamente no me refiero a Iván Duque, sino a la especial lechona tolimense. Ibagué no es una ciudad actualmente, es una trocha con semáforos, ni las montañas más difíciles de andar en los viejos y potentes carros Willis sucumben ante tanto bache que hay en la ciudad. El alcalde arregló la Quinta, pues es por ahí que pasa el desfile, pero ¿las demás calles? ¿Qué imagen les dejaremos a nuestros amigos antioqueños, santandereanos y cundinamarqueses que visitan quizás por primera vez esta ciudad?

Siento yo que no deberíamos elegir al candidato que más trago reparta en fiestas y sin ninguna inclinación política recordar qué ha pasado en las últimas festividades. Recuerdo que hace un año volvieron los desfiles por la quinta, hace dos fueron las festividades reguladas debido al Covid- 19 y hace tres llevaron los bailes típicos a los barrios, pero la pregunta aquí es ¿las fiestas son toda la labor de un alcalde? Pues este rey nos ha dejado un poco abandonados, “oh mi rey que daños te hicimos para que nos hayas abandonado”. El presunto alcalde ahora nos falló con lo único bueno que reflejaba una ciudad como Ibagué. Te extraño mi Ibagué linda que buscaba el beneficio del pueblo, que hoy se encuentra bajo el yugo de un falso color azul y no es el de su irradiante cielo que nos presta ese sol encandilado que siempre ha destacado el Tolima. Oh mi Ibagué del alma tú que no solo eras fiestas y trago, tú que no eras delincuencia y baches, tú que eras la capital musical de Colombia, tú que eras la ciudad de mujeres trabajadoras, hombres verracos con músicos talentosos en guitarra, batería y demás instrumentos, con esos granos de café que teñían tus montañas, ocobos en junio y vientos más tranquilos en agosto…Solo me puedo preguntar ¿Por qué nos pasó?

Y con esta pregunta podemos comentar las nuevas novedades de mis fiestas de folclor colombiano, mi estimadísimo Andrés Fabián Hurtado ¿cómo vamos a realizar los conciertos por el deterioro de la concha acústica? Pues esta pregunta también se la realizó la Procuraduría y usted qué ha contestado para ello. Sí, las fiestas ya comenzaron, estamos a puertas del día del tamal y del sombrero y no sabemos cómo vamos a recibir a las candidatas del reinado nacional en esta ciudad que parece más una trocha con su presunto abandono.

Pero después de las festividades seguirá apoyando a la candidata Johana Aranda, o realizará en los pocos meses de su mandato el famosísimo viaducto de la 60, o el ‘musicable’ que nunca se hizo, ¿para cuándo estas promesas que nos motivaron a votar por usted?

Ah, pero qué orgulloso me siento de haber nacido en mi pueblo, pues todo este mes solo pensamos en esa frase icónica de nuestro dueto de oro garzón y collazos: “a mí sírvame un aguardiente de caña”. Lo más reconfortante que me queda decir es que hay que celebrar como todos los años lo hemos hecho, olvidándonos la relación más tóxica que los tolimenses hemos tenido: nuestro alcalde.

Con mayores veras tenemos que disfrutar las fiestas, ya las discotecas extendieron su horario, ya la Tercera se adorna con los vendedores de ponchos y sombreros, todos los colegios salieron a vacaciones finalizando con el folclorito, estamos disfrutando en este “Toliwood” lo que esperábamos ver, gente ebria y bailando, asados familiares y expectantes a comprar sus buenos petacos de cerveza y botellas de Tapa Roja que tanto representan al tolimense.

Ando un poco nervioso por mirar las comparsas y las carrozas de los representantes que se postularon a la Alcaldía este año. Me defraudaré si en esas carrozas no colocan un letrero que diga ‘corrupción andante’, si no hay un mohán que se robe los presupuestos en vez de esas lavanderas, si la reina no lleva traje de preso y si la carroza no está vestida con el falso azul Conservador que es idílico a la familia tolimense de excelencia, esa B mayúscula de bueno, bonito y bandido que amamos tanto.

Y para culminar, que arreglen la Concha Acústica, que la reina sea elegida por una excelente votación, que los pequeños disfruten todo el desfile, que no haya tantas latas en la Quinta después del recorrido, que las mascotas lleven su disfraz folclórico y que la gente logre disfrutar las fiestas con pasión y anhelo como todos los años se vive en Ibagué. 

 

  

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