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Opinión

El problema de las tareas escolares

El problema de las tareas escolares

Existe una definición básica de lo que significa una tarea escolar que consiste en un trabajo que se asigna a los estudiantes por sus profesores, y que se indica que debe completarse, en su caso, fuera del aula y de la jornada escolar, en el entorno doméstico, con o sin ayuda de la familia. Sin embargo, aquí empieza los dolores de cabeza para los padres de familia, incluso abuelos o cuidadores pues muchas de las tareas deben ser acompañadas, orientadas, realizadas por ellos mismos y ese espacio se convierte en una situación que aumenta los niveles de estrés y hasta el conflicto familiar donde pueden aparecer los gritos, en ocasiones maltrato y recriminaciones constantes hacia el niño o el adolescente afectando obviamente las relaciones entre los padres y los hijos.

Es común ver a padres de familia corriendo a última hora del día a comprar algún material en la papelería de la esquina y dedicarle un tiempo para elaborar una maqueta o algo por el estilo después de una jornada laboral. Precisamente, ese momento se convierte es un espacio crítico donde el cansancio del día o de la semana agobia tanto al estudiante como al padre de familia y no permite una experiencia satisfactoria de aprendizaje y el fin último de lo que significa la tarea en un proceso escolar.

Actualmente, en muchas instituciones educativas la tarea se ha convertido en un elemento de castigo para los estudiantes donde algunos profesores la utilizan como un mecanismo de regulación comportamental en el aula y fuera de ella, ocasionando que la palabra en sí misma causa pesadez, pereza, aburrimiento y se convierte en una aversivo que tratan de evitar constantemente y como de lugar. Es preocupante ver, especialmente en la primaria, la cantidad de tareas que dejan algunas instituciones para que el estudiante elabore en las horas de la tarde con el argumento de que esté ocupado todo el tiempo o simplemente prepararlos para unas pruebas estandarizadas que mejore el ranquin a nivel local, negándoles implícitamente el derecho a ser niño sin poder jugar, practicar algún deporte, compartir e interactuar con el grupo de pares que permita el desarrollo de otras habilidades fundamentales para la vida.

Todo lo anterior lleva a cuestionar realmente la función de las tareas en el mundo moderno, mientras unos docentes le guardan culto incondicional casi místico el dejar tareas por doquier, respaldados por padres de familia que aún creen que un buen colegio es donde dejan tareas infinitas e instituciones ensimismadas en sus políticas institucionales, otros profesores y colegios emprenden desafíos diferentes enfocados al establecimiento de una nueva forma de incentivar a los estudiantes hacia el cooperar en lugar de competir y sobre todo a sorprenderlos con didácticas que experimenten el interés a través de las emociones porque cuando el estudiante se emociona el aprendizaje tiene sentido y la realidad evidencia que el sentido de la tarea se extravió desde hace bastante tiempo.  

Por Óscar Javier Arciniegas Garzón 

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