Periodismo de análisis y opinión de Ibagué y el Tolima

Opinión

El dinero en el sistema financiero y sus destinatarios

El dinero en el sistema financiero y sus destinatarios

Por: Edgardo Ramírez Polanía


El común de la gente se pregunta cómo obtienen el dinero los ricos, dueños del sector financiero, cómo lo destinan, quiénes lo disfrutan y porqué lo padecen quienes no generan ingresos.

Se sabe que el trabajo es lo que produce riqueza y bienestar. Al Tolima le hace falta desarrollar fuentes de empleo. Que ante la ausencia de industrias, se fomente el turismo y la construcción de un aeropuerto internacional que serviría para el desarrollo regional.

Los tolimenses tuvimos 20 años la dirección de la Aeronáutica Civil y no fuimos capaces de construir un aeropuerto distinto al doméstico que tenemos. Ni siquiera se reformó el aeropuerto Santiago Vila de Flandes con pista suficiente para aviones de gran tamaño.

El Tolima requiere de personas que sean escuchadas en los centros del poder nacional y en el Congreso para que se destinen mayores recursos al departamento como lo ha hecho la representante Olga Beatriz González.

Sabemos que sin inversión no hay trabajo, ingresos, ni desarrollo social. Lo que sí se sabe es quienes son los poseedores y usufructuarios del dinero en manos de los grandes conglomerados económicos que son quienes manejan el dinero del ahorro nacional, de las pensiones y del Estado.

Los bancos utilizan el dinero público y privado para financiar campañas políticas, invertir en obras públicas como puentes y carreteras y mediante sus reglamentos a personas que detentan el poder político y económico, donde está ausente aquel que no dispone de bienes y servicios.

Parece ser que la razón por la cual los grandes capitalistas se creen dueños de todo, es el libre mercado y el poder que ejercen como conglomerados frente a los gobiernos de turno que defienden sus intereses, lo que acrecienta sus capitales en desmedro de los sectores más débiles de la sociedad.

 

Sin embargo, los valores que sustentan una vida humana no pasan por la economía. Los valores humanos resultan de otras dimensiones y si no fuera así, la felicidad la vendería el sector financiero, que tiene acaparada hasta la salud. Ejemplos se han visto en personas altruistas de nuestro país que han donado clínicas millonarias porque el poder económico no sustituye todo.

En esa dimensión ecuménica sería necesario analizar la vigencia de este sistema a la luz de las consideraciones recurrentes del capitalismo en nuestro país, que desde la apertura económica y la imposición del neoliberalismo se arruinó la economía y se vendió el país a pedazos con las privatizaciones en favor de unos pocos y en perjuicio de la comunidad.

Se afirma con insistencia que sistema financiero colombiano ha influenciado en la selección de los mandatarios nacionales, congresistas, magistrados, y otros altos funcionarios.

Se ha apoderado de las empresas, los medios de información, grandes extensiones de tierra, la industria y todo aquello que produce riqueza y poder, creando unas invasiones de la voluntad sobre otros, una dictadura de unas conciencias sobre otras, o del imperio de la muerte sobre la vida. ¿Habrá opciones para eventuales equilibrios? Seria dudoso afirmarlo.

Es evidente, que el sistema financiero conformado por los grandes capitales, no cede en sus propósitos voraces contra las clases sociales sin recursos económicos para atender sus necesidades y se oponen a través de sus adláteres en el Congreso a las leyes que promuevan el mayor pago de impuestos a los de más altos ingresos o aquellas de beneficio social pero no a las de su propio interés y además, los recursos del sistema financiero sólo están disponibles para quienes tienen medios de pago y no para los ausentes de la riqueza.

Existen, sin duda, los factores reales de poder que rigen nuestra sociedad como los poderosos del dinero que influyen en la política, la administración, la justicia, y el gobierno que ejercen acciones no sólo para obtener decisiones para intereses ajenos a la voluntad popular, sino para subvertir el orden que lleva a una conciencia moral errada como la corrupción y demás secuelas que propician el desbarajuste social debido a la pobreza, la falta de educación y oportunidades para el trabajo digno de amplios sectores de la población.

Esos factores reales de poder económico que rigen en el seno de una sociedad como la nuestra, tienen fuerza activa y eficaz que interviene en todas las leyes e instituciones jurídicas haciendo que no puedan ser, en sustancia, más que tal y como son y hace que las gentes que viven de un salario, no puedan examinar que su trabajo es la fuente de la riqueza de esos grandes conglomerados económicos.

 

Como se ve, se trata de un caso evidente de quienes manejan el sector financiero y ejecutan su actividad con el poder del dinero de una sociedad que esencialmente no es ajena a esa realidad nacional, porque se ve excluida de sus servicios y afectada en sus derechos por no tener acceso a la financiación.

Para corroborar ese defecto económico, baste con examinar la historia de nuestras constituciones y sus reformas, con algunos atenuantes en la integración de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, cuya Carta Política fue sustraída de los computadores y la actual no fue la aprobada y que predica en su Preámbulo:

“El pueblo de Colombia en ejercicio de su poder soberano (...)”. Con el agregado del artículo tercero de la misma Carta, conforme al cual: “La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público”.

Y, el pueblo sabe eso?.

Algunos piensan, que apenas entiende y acepta que su papel se transmuta en las urnas para elegir a los representantes de los factores reales de poder que conforman los dueños de los grandes capitales que los afectan.

¿Entonces cuál es la ligazón entre el voto ciudadano y los servidores públicos así elegidos?

Simplemente conocer a través de los medios de comunicación de propiedad de los mismos poderes económicos, la noticia imperfecta y sesgada del trámite y debate de una ley, que generalmente no beneficia a los sectores excluidos de la riqueza nacional.

Un ejemplo, es el tema de la salud, donde no pocas veces ciertos artículos son previamente anulados en exclusivos clubes privados, al paso que las protestas populares contra esos artículos no encuentran eco en quienes dicen representarlos, al tenor del artículo 3 del ordenamiento superior, pero si en las gentes influenciadas por la información de los mismos medios de comunicación de propiedad de los ejecutores de las políticas económicas del país.

Por desgracia, en torno a la noción de poder político y económico, la conformación de los capitales del sector financiero y empresarial, el común de las personas se conforma con el plumazo de la conciencia ordinaria, esto es, aquella que se queda en la apariencia de las cosas.

Al efecto, es dable plantear estas inveteradas preguntas: los servidores públicos de elección popular ¿a quiénes representan y sirven realmente? Y en general, los altos funcionarios del Estado ¿a quiénes representan y sirven realmente?

¿Hay más apetito que ideas en los predios de los avatares legislativos?.

 

Dada la doble moral de las costumbres en ciertos círculos de las funciones públicas, la persona honrada puede ser vista como exótica. O también, como sutilmente sospechosa que no deja que se emitan sentencias injustas, o celebren contratos onerosos con serias fallas legales y procedimentales.

Al respecto conviene recordar que el artículo 113 de la Carta Política comporta la clave de bóveda de la organización estructural de las entidades oficiales; sí, de las que esperamos una gestión que honre la existencia del Estado social de derecho que deseamos materializar con el principio fundante ligado al respeto de la dignidad humana.

Necesitamos que haya justicia social en términos de condiciones básicas de la existencia, del derecho al libre desarrollo de la personalidad, el derecho a la integridad física y mental de las personas y ante todo, al derecho a una vida sana y que el Estado vigile el ahorro nacional para que el sector financiero no abuse en la ejecución del dinero de los ahorradores solo así será posible una paz duradera.

Las arbitrarias condiciones del trabajador, del empleado, la prestadora del servicio doméstico, y en general de quien se rebusca la vida, está ligada al aumento de los capitales de unos pocos que miran con sobrada indiferencia a los desvalidos de la fortuna.

Ese círculo de la vida interminable hacia el reconocimiento de unos derechos esenciales de una sociedad marginada, hace alejar cada día más de los pobres en la posibilidad que de tener un modo de vida más sano y feliz.

Por eso se requiere de un verdadero cambio fundamental en las necesidades, costumbres y privilegios de nuestra sociedad y particularmente de nuestro departamento del Tolima caído en la corrupción y la politiquería.

Necesitamos que se deje gobernar, que la oposición ejerza su función de control político y la ciudadanía su participación de vigilancia en la ejecución de las obras y bienes públicos que les pertenecen, porque los gobernantes y demás funcionarios de los poderes del Estado son simples mandatarios de la voluntad popular.

Siguenos en WhatsApp

Artículos Relacionados