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Opinión

Drogas y complejidad: una oportunidad para repensar las políticas desde el Tolima

Drogas y complejidad: una oportunidad para repensar las políticas desde el Tolima

Por Santiago González Plazas

*Politólogo, Especialista en Políticas Públicas, Master GEIL, Universidad de Melbourne.

En las últimas semanas, la ONU publicó su informe anual en el que alerta sobre un aumento del 53 % en la producción de cocaína en Colombia y mantiene encendidas las alarmas respecto al crecimiento del consumo de drogas a nivel mundial. Esta información ha generado algunas reacciones a nivel nacional, pero ¿qué podría decirse desde la óptica local, en particular desde el departamento del Tolima?

A pesar de su ubicación central en la geografía colombiana, el Tolima ha sido históricamente percibido como un territorio ajeno a los circuitos de producción y tráfico de drogas. Esta visión centralista, anclada en una mirada bogotanocéntrica, contrasta con investigaciones impulsadas desde la academia local que han documentado la presencia de cultivos ilícitos, laboratorios de procesamiento y corredores de tráfico en el departamento.

Además, los mismos informes advierten sobre el crecimiento sostenido del consumo de sustancias, especialmente entre jóvenes, con mezclas peligrosas como el “Tussi”, y en el caso de personas habitantes de calle, el basuco y el policonsumo.

Sin embargo, preocupa que, pese a estos signos de alarma, la respuesta institucional siga siendo débil, fragmentada y limitada, en muchos casos, al plano reactivo. La ausencia de diagnósticos actualizados —especialmente en temas de consumo y seguridad— continúa siendo un obstáculo para anticipar riesgos y formular políticas acordes con las dinámicas reales del territorio. Mientras tanto, el fenómeno del consumo evoluciona con rapidez, y los mercados ilegales se adaptan constantemente, instrumentalizando a población vulnerable como jóvenes, mujeres y personas en situación de calle.

En este contexto, departamentos como el Tolima y ciudades como Ibagué merecen un giro en la forma en que se aborda el problema de las drogas. La primera tarea es fortalecer las alianzas público-privadas y con la academia para mejorar los sistemas de información y análisis. Contar con datos confiables y contextualizados —en clave de salud pública, justicia, convivencia, seguridad y desarrollo— es esencial para formular estrategias eficaces y sostenibles.

En segundo lugar, se requiere adoptar un enfoque sistémico para definir problemas y formular soluciones. La evidencia muestra que los fenómenos asociados a las drogas tienden a ser sobresimplificados, lo que da lugar a políticas ineficaces. Producción, tráfico, consumo, exclusión, crimen y violencia están profundamente interrelacionados. Por tanto, las políticas deben superar la dicotomía entre oferta y demanda y centrarse en las causas estructurales: cultura, ilegalidad, desigualdad, falta de oportunidades, debilidad institucional y ausencia de enfoques preventivos integrales podrían ser algunas de las categorías por analizar.

Finalmente, a año y medio de la formulación de los planes de desarrollo departamental y municipales, es hora de comenzar a consolidar las acciones en los territorios. Las autoridades locales, junto con la sociedad civil, el sector educativo, el sistema de salud y la cooperación, deben asumir un rol activo en la prevención del consumo y la violencia, la reducción de riesgos y daños de alto espectro, y la desarticulación de la delincuencia relacionada. Los planes locales de desarrollo, seguridad y drogas ofrecen marcos clave para esta articulación, siempre que se construyan y refuercen con visión, participación y rigor técnico.

El Tolima continúa teniendo una oportunidad. En honor a pensadores como el profesor Eduardo Aldana, pionero tolimense del pensamiento complejo y sistémico a nivel mundial, el departamento puede liderar un enfoque innovador que reconozca la complejidad del fenómeno, supere la improvisación y construya una política territorial sólida basada en cultura, prevención, cuidado, justicia, seguridad y desarrollo.

No se trata solo de enfrentar las drogas desde una perspectiva quijotesca. Se trata de construir condiciones para que dejen de ser una salida para cientos de jóvenes. Y eso comienza con una decisión: dejar de negar o simplificar el problema y comenzar a actuar con inteligencia, coordinación y compromiso desde el territorio.

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