Opinión

Dios y la EPM: el macabro Know How

Dios y la EPM: el macabro Know How

Dios sabe cómo hace sus cosas, o dicho con el adorno intelectual colombiano, o sea el de la antigua “Atenas” suramericana: los designios de Dios son insondables, sin que se les frunza ni una de sus muelas de su boca, cuando de tanto en tanto lo repiten (nos lo repiten).

De la misma forma que nos lo repiten con su Caracol, con su RCN, con su Tiempo, con su W Radio, con su Semana, con su Espectador, con su Olímpica, con su Radio Uno, el empresariado antioqueño – el legal y el ilegal – que se unen en corifeo al leitmotiv divino: si XXX es bueno, es porque solo lo bueno es XXX.

Así de sencillo, como históricamente nos plantean lo ininteligible de su perorata de usurpadores, leguleyos y matarifes.

Los únicos que aun en la Colombia del XX y del XXI, no saben el cómo hacer (Know How) son los pobres, los 18 millones y 9 millones de indigentes para ser exactos, sean estos antioqueños, o sean estos los del rentable remoquete de los tales “paisas”, o sean estos sencillamente la plena pobrecia en general colombiana, a los que (sobre todo estos últimos) de la mano del tal Cesar Gaviria (el presidente hijo del gamonal pereirano) y el del tal Felipe González (el funámbulo de eso que llaman izquierda del PSOE, que tanto le sirvió a Francisco Franco Bahamonde), les hicieron (nos hicieron) pagar hasta su última línea de Metro, junto a todas sus estaciones que se caen y a sus coimas que renacen durante 40 años de diseños y de Know How.

Y como los pobres no saben de la Know Howen la mecánica sociedad colombiana, ergo solo saben dar problemas. Y problemas sociales, para colmo. Y junto a estos, líderes y lideresas sociales de repelo, que igual nada saben del Know How.

Que se les cayó un (unos) edificio(s) estrato 10 en pleno Medellín: un responsorio y purrundum la pobrecia entiende que el destino está en manos de Dios, el arquitecto o el ingeniero residente en la sombra.  Muy en la sombra, como todo lo que dicen de él. 

Que se les deteriora su presa (una de sus) hidroeléctrica (s) en el nordeste antioqueño: una plegaria junto a un icono de la virgen (incluida la de los sicarios) y zacate, la masa empobrecida entiende que Dios, el geólogo, amarrará la montaña y de paso (o de pronto) si no funciona se librará de tanto pobre, matándoles de hambre ya sea sin pescados (si pescados porque los colombianos comemos pescados, no peces) o ya sea el de un repentino y mega-magnánimo neo-Armero, preciso justo durante el gobierno nacional del hijo bobo del antiguo ministro turbayista que entonces hace casi 40 años, se hizo el pendejo con el primer Armero.  

El que es Caballero, repite.

En fin, Dios y la EPM.  Esa obra divina de la bellaquería de los avaros y los codiciosos.

Todo lo que se diga de más, es fatuo.

Porque fatua es su historia de “desarrollo” con cadáveres, Dios y cadaverina.

Lo que si no es fatuo, por ejemplo, es el actual silencio conveniente y cruel de la Conferencia Episcopal y de su Santidad. Sobre todo ante sus cientos de decenas de miles de fieles antioqueños – que no paisas – que podrían morirse por los pescados desplazados o por su casi segura neo-Armero programada. 

Lo que sí no es fatuo son nuestras propias HidroItuango tolimenses: Totare, Galilea, Cajamarca, Atá, Cabrera, Santo Domingo, Amoyá, y la lista sigue, como siguen los bellacos en el año del cerdo, en China y en Colombia.

Lo que sí no es fatuo  pero si vil, por ejemplo, son los Cardozo – Cortolima avalando, entre otros, la anunciada muerte del Totare, o como lo son los Barreto y su alter ego los Jaramillos afines y proclives al corporativismo tipo EPM, de la cual se jactan en público y en privado.  

No es sino solo oírles el hablar, y como decía el maestro de Otraparte Fernando Gonzales, les quieren imitar hasta la manera del mear.

Pero se trata de la crónica de una muerte anunciada de cientos de decenas de miles de pobres antioqueños a manos de sus mismos pocos paisanos de elite (que ellos, o elles, dan en llamarse “paisas”) que “accionan” al futbol, o a la TV, o a Maluma, o a Juanes, o a los cultivos de palma, o al “desarrollo” de una vulgaridad que en el Tolima se ensañan en llamar “gobernanza”, o a la venta de la energía hídrica robada de los ríos que se roban.

Y el robo hoy se llama Know How.  Así de bonito, a lo gringo.  Su Super-ego.

Pero a cambio, justo ahora tenemos en este Tolima a nuestra propia María Cano de las apuestas en candidatura, o a nuestra propia en la sombra Bertha Hernández de Ospina arrocera, hermana de cónsul y senadora y quien sabe que más se le saldrá de su cabeza de Pandora de la exclusión, o a la bucólica pléyade de mantecos de los Ferros, los Gaitán, los Santos, los Chocos, los  Yepes, los García Orjuela, los Martínez, o a la señora Matiz o a la señora Agudelo y sus crucifijos compartidos.

Mientras, como a muchos, muchas y muches nos tocó en este Tolima en 1985, miraremos atónitos, tras el probable violento re-encause del gran rio Cauca, el desmembrar de cientos de miles de seres humanos a nombre del “desarrollo”, de Dios y de esas utopías mercantiles que acá se jactan de autodenominarse empresariado, sin que a ciencia cierta sepan que fueron el falso producto de una las teorías del neoliberalismo en agonía: la de la competitividad tipo Know How.   

Ibagué, febrero 8 de 2019

LUIS ORLANDO AVILA HERNANDEZ, Ingeniero agrónomo, propietario de 

la ex Tienda Cultural La Guacharaca

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