Opinión

Desaparición forzada, un flagelo que aún duele

Desaparición forzada, un flagelo que aún duele

En Tolima, más de 2.000 personas un día cualquiera no pudieron volver a casa, pues el conflicto interno de Colombia los alcanzó impidiéndoles volver. Algunos familiares tienen indicios de qué pudo pasar con sus seres queridos, pero otros no tienen ni idea de por qué su hijo, hermano, tía, prima o padre, nunca volvían a casa.

Según Iván Henao, coordinador de Responsabilidad Social Integral, la desaparición forzada afecta no solo a quien se va, si no a quienes se quedan, pues en Colombia la zozobra del qué pasó es un dolor cíclico que se repite junto al recuerdo y la duda de su supervivencia.

Las víctimas, representadas en el conversatorio por Isabel Cristina Pardo, líder social del Tolima, integrante del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado – MOVICE e integrante del Mandato Social Por la Búsqueda de Personas Desaparecidas, confirman que es cierto.

Quienes viven el dolor pasan de la esperanza a la desazón en segundos: ¿seguirán vivos?, ¿tendrán hijos?, ¿estarán enfermos?, ¿jugarán fútbol?, dudas que rondan las tardes calientes y las noches frías para finalmente someter sus inquietudes al tiempo y darlos por muertos.

Pero esa afirmación de asumirlos como muertos no da tregua a la incógnita, al deseo de certezas, dónde moriría, por qué se lo llevaron, qué le harían a mi muchacha, dónde lo enterraron o si lo enterrarían.

 

José Luis Ruiz Velásquez, miembro de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, dio cuenta de todo el proceso metodológico y la complejidad del mismo para dar respuesta a los 121.768 casos registrados entre 1985 y 2016, número que va en aumento, porque el proceso de paz ha permitido quebrar el miedo en las comunidades, que ahora, con cierta noción de seguridad, denuncian.

Según Diana Johana Trujillo, quien asumió la coordinación territorial en Tolima en el informe presentado por la Comisión de la Verdad al país, este delito tiene en esencia la clandestinidad de la autoría.

El Informe Final de la Comisión de la Verdad señala que persiste una alta incertidumbre frente a las desapariciones forzadas en cuanto a su autoría puesto que el 54% continúa siendo incierto; no obstante, la información existente señala como autor del 52% por ciento de las desapariciones a las AUC, seguidos de las extintas FARC con una responsabilidad del 24%, el 9% corresponde a la categoría de actores múltiples, y el 8% por ciento a agentes estatales.

Para cerrar el conversatorio, José Luis Ruíz contó datos importantes para el departamento, en los que señaló el encuentro de dos ciudadanos con vida y el reencuentro con sus familiares, así como el hallazgo de cien cuerpos, explicando que ese encuentro es un primer momento para posteriormente proceder a la identificación y luego a la entrega.

“Queremos ser muy rigurosos para no cometer errores del pasado, los desafíos son muchos pero que exista una unidad con la tarea específica de buscar a quienes desaparecieron en el marco del conflicto, es un avance que le debemos al proceso de paz”, comentó el funcionario.

Quedó en el aire del recinto una sugerencia a las víctimas de tener paciencia, un llamado a la sensatez de no pretender dar respuesta y sanar los embates de un conflicto de más de 60 años en 8.

Curioso y doloroso incluso para los funcionarios, pedir más paciencia a madres, esposos, hijos o abuelos, que están esperando por los suyos durante años, sin una chispa de respuesta.

Pero somos una Colombia que se sana aun estando herida, que quiere correr en paz, pero aún cojea. Que sueña con hijos cómodos que no tengan que encontrar el dolor a la vuelta de un recuerdo.

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