Opinión

De la plaza al balcón

De la plaza al balcón

Por Juan Pablo Alfaro - Periodista


Ha vuelto el Gustavo Petro populista, arrogante y mesiánico, al que se le tiene que aprobar todo porque es “mandato popular” así solo el 11 de 50 millones expresarán su voto de confianza por su proyecto, se equivoca si cree que su tono totalitario podrá llevar a la aprobación de las reformas del cambio.

En 6 meses de gobierno, el Petro pragmático, conciliador y técnico se ha diluido por el totalitario e incendiante, era de esperarse, pero no tan pronto.

En febrero no solo fue radicada la Reforma a la Salud, en cabeza de la Ministra Carolina Corcho, sino que el Gobierno convocó a sus seguidores a marchar por un texto de 180 páginas la cual se distribuye en 18 capítulos y 150 artículos, tan solo 24 horas después de su radicación, es utópico creer que un fiel seguidor (o cualquier mortal) leyera el contenido de la reforma en 24 horas, es decir, el Gobierno pretendía que salieran a marchar en favor de uno de los tres textos que se habían conocido en un plazo menor a 24 horas.

De hecho, así fue, el martes 14 de febrero el Gobierno Nacional convocó marchas en favor del mismo Gobierno, sorprendió que algunos manifestantes no sabían cuales arengas manifestar porque todas las que tenían era en contra de gobiernos anteriores. Un balcón de la Casa de Nariño fue el protagonista de la “multitudinaria” marcha a favor de las reformas, en ese mismo lugar se juntaron seguidores de Petro para escuchar un corto discurso de una hora y media, en realidad nada nuevo para el Petro disruptor de la Plaza Pública.

En dicho discurso, alardeó de sus bases populares, aunque muy adormecidas en la Plaza de Armas, quizás el cansancio, por lo menos de 4 horas al rayo del sol, también hizo énfasis en las tres grandes reformas (pensional, laboral y salud) aunque solo se conozca una de ellas, lo que sí supo hacer muy sigilosamente fue resumirlas en trabajo digno para la enfermera, una sopa caliente para el anciano desamparado y acceso a la salud del campesino. Todo lo anterior suena magnífico, pero se debate el hecho de que no se sepa a ciencia cierta cómo se logrará ello. 

No menor fue la mención a los banqueros que tanto daño le han hecho al país por construir puentes que se caen, en eso puede uno estar o no de acuerdo. Pero lo que sin duda muestra que el balcón le sienta al Presidente fue su tono divisorio, como si ser rico fuera un pecado y ser pobre un privilegio, no me malinterpreten, no estoy hablando de que el Presidente con su tono muy sectario haya querido decir eso, mucho menos que haya lanzado dardos a la prensa porque es supremamente comparable (con el poder que ello implica) un periodista en un gran medio al Presidente de una Nación, mucho menos se cuestiona la referencia, para nada amenazante, al Congreso de aprobar las reformas tal cual las dictamine el Señor Presidente porque de lo contrario se “alzará el pueblo” en ningún momento me refiero a ello, de eso ya se encargó el Presidente.

Gasolina para los extremistas, división para los sectarios, desazón para los institucionales, oportunidades para la floja oposición, alarma para los liberales, aviso a los demócratas y un profundo país polarizado deja el primer discurso de Balcón del Presidente, que no le bastaron al candidato sus discursos en Plaza Pública durante la campaña, el gran dilema es que ahora no solo gobierna para 11 sino para 50 millones que necesitan convivir todos en el máximo balcón llamado Colombia.

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