Opinión
Campaña tóxica
Por Carlos Alberto Estefan Upegui
Nunca, por lo menos en el pasado reciente, el país había experimentado una campaña política tan venenosa cómo la actual.
Injurias, calumnias y difamación, son el pan de cada día, consideradas como crímenes contra el honor de la persona y para lo cual existen penas de reclusión y multas, pero se han vuelto de uso común sin que curiosamente pase nada.
Así mismo, importantes directivos y respetables académicos a quienes siempre se les ha conocido por su prudencia y buen lenguaje, han terminado contagiados de ese barullo, lo que no les queda bien cuando deberían ser el faro del debate que de luz y oriente el camino por recorrer.
En el mundo digital, se escriben y reenvían mensajes incendiarios, de los mismos que acostumbran esa especie de pandillas virtuales como válvula de escape de quienes las integran.
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Entre tanto, los mensajes oficiales de las campañas, tampoco son fiables por el populismo que engendran, con anuncios difíciles o imposibles de cumplir y solo para impresionar al electorado e irresponsablemente competir con mentiras y promesas que luego de ganar la Presidencia se van a olvidar.
Pero es que también como estrategia se denigra del contrario, al estilo de J.J. Rondón quien cuando asesora campañas lo hace sobre la base de desprestigiar al adversario.
Pues bien, después del estrecho margen de la primera vuelta, no entre Rodolfo Hernández y Gustavo Petro, sino entre este y la gavilla que se armó en su contra, a cada una de las partes no le quedaba más opción que tratar de atraer a los abstencionistas. Recuerden que estos son el 54% y los votos en blanco 13% de un total de 39'002.239 de personas habilitadas para ejercer su derecho al voto en el país, 20.1 millones de mujeres y 18.8 millones de hombres, según datos de la Registraduría del Estado Civil.
Pero se equivocaron en la forma de convencerlos, arremetiendo también contra el adversario, por sus errores y tratando de provocar su rechazo por cualquier motivo.
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Ahora queda la decisión final en manos de los mismos abstencionistas.
Muchas razones habrán tenido para no votar antes, pero si quieren hacer patria les llegó la hora de hacerlo.
Son, en su mayoría, gente pensante, no violenta, entre quienes ahora cunde la frustración, el desencanto y el cansancio por los políticos, y a quienes aún hay tiempo de convencer entre nosotros, con pedagogía, con motivos de causa-efecto, y con explicaciones razonables no violentas, sobre la problemática nacional en sus distintos órdenes.
Consecuentemente, no va a ser fácil confirmar la victoria de quien gane, por el estrecho margen o mínima diferencia que seguramente se ha de dar, lo cual traerá dudas sobre el conteo y seguramente exigirá demostrarse una y otra vez.
Por último, no debemos olvidar que este va a ser un gobierno de transición para los nacidos a finales del siglo pasado y comienzos de este, con ideales, gustos y estilos diferentes y dentro de la nueva realidad mundial de las generaciones modernas, lo cual obliga a pensar y actuar de manera distinta a la tradicional.
*Exgobernador del Tolima
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