Opinión

¿Álvaro Leyva, mediador para levantar bloqueos de Cali?

¿Álvaro Leyva, mediador para levantar bloqueos de Cali?

La nota titulada: “Álvaro Leyva, desde siempre en la primera línea”, escrita por Pedro Luis Barco Díaz,  relata hechos que han permanecido ocultos por la gran prensa, y que constituyen experiencias fundamentales para la negociación y resolución de conflictos, como el paro nacional indefinido que se vive en el país. 

En este sentido por considerar de gran valor este artículo publicado en el portal Criterio de Cali, El Cronista.co, transcribe en su totalidad para que cada lector saque sus propias conclusiones. La nota dice:  

“En nuestro muy salsero Distrito Especial, Deportivo, Cultural, Turístico, Empresarial y de Servicios de Santiago de Cali, estamos volviendo, poco a poco, a la tensa normalidad que se instaló, desde cuando la dirigencia local decidió crear en Aguablanca, un gueto que ahora llega al millón de habitantes, y desde que los narcos impusieron procesos de violencia que se volvieron pan de cada día.

Hoy, después de dos meses, no hay un solo bloqueo en la ciudad. El dialogo social del gobierno municipal y no la criminalización de la protesta del gobierno nacional, fue el instrumento para desmantelar, de manera progresiva, los 33 puntos en los cuales los manifestantes habían levantado las barricadas del estallido.

Eso fue posible, gracias al decreto distrital 304 de 2021 del alcalde Ospina, que adoptó medidas para la construcción de acuerdos con los jóvenes de la primera línea, decreto que, dicho sea de paso, fue dejado en firme por el Tribunal Administrativo del Valle, gracias a la tutela interpuesta por el abogado Armando Palau Aldana (mis respetos); además a los buenos oficios de la curia; a los de la comunidad internacional; a los instrumentos de participación democrática de la ciudad; y a la receptibilidad de los jóvenes de la primera línea conformados en Unión de Resistencias Cali.

Pero también, a que a la ciudad vino, de cuenta propia, en tres oportunidades en los últimos ocho días, el doctor Álvaro Leyva Durán.

Habló por lo menos cinco horas con el alcalde Cali, le dijo sin tapujos, en su condición de redactor de la Constitución Nacional y constitucionalista, que su decreto distrital era el camino correcto y que el decreto nacional que criminalizaba la protesta, era un error monumental que debería derogar el propio presidente.

Lo suyo fue una tremenda química con la muchachada. Conversó por lo menos 10 horas con los jóvenes de la primera línea. Los encontró adoloridos, indignados, pero absolutamente lúcidos y comprometidos con su lucha. Habían entrado al estallido social siendo niños y niñas y salían, dos meses después, graduados de hombres y mujeres charlaron sobre las responsabilidades históricas que habían asumido y sobre sus enormes posibilidades políticas. Sobre la inmensa simpatía de la que gozaban en la comunidad internacional, y sobre la necesidad de pasar de las barricadas a la acción política. Les reconfortó el espíritu y abrió los caminos del diálogo.

Leyva tiene su magia: mente hiperlúcida, tranco rápido, dormir ligero y autonomía para tomar decisiones.

Su cerebro, cada día más agudo, se puede deber a que tiene claro su propósito de vida y a ese objetivo ha enfilado su intelecto:  a completar esa paz incompleta que aún tenemos; su vitalidad y caminado rápido, lo podrían explicar sus piernas largas y a que practicó largos años trote a campo traviesa; y lo de su sueño ligero, con toda seguridad se debe a que le ha tocado pasar miles de noches en lugares selváticos de la Colombia profunda, a donde no van los políticos por físico culillo o porque no los reciben.

Pero lo más sobresaliente de su personalidad es su independencia. Álvaro Leyva no llega mandado por nadie. Agarra su maletín y se va a hacer lo que sabe hacer: solucionar problemas de conflictos sociales.

Pero volvamos a lo que sigue después de que se levantó el bloqueo, porque el diálogo, aunque rindió sus frutos, constituye solo un medio para abordar los temas de mayor calado, aquellos que se deben tratar en negociaciones con los gobiernos local y departamental. Todo esto con el objetivo de llegar a acuerdos sobre temas puntuales que tienen que ver con el reconocimiento de los jóvenes y sus aspiraciones. 

Porque lo verdaderamente estratégico es la construcción de un gran acuerdo político nacional, convocado de abajo hacia arriba, por los jóvenes de la primera línea, los campesinos, los indígenas, los negros y otras comunidades excluidas.

Desde ese escenario, los jóvenes pueden hacer lo que realmente buscan: ser propositivos, influir en las decisiones de su propio destino, y protagonizar los cambios que permitan un mejor país.

Leyva ayudó a facilitar el desescalamiento del estallido social en Cali. Además, le quedó tiempo para reunirse con los indígenas de ocho departamentos en Silvia (Cauca), con los del paro cívico de Buenaventura y con los asistentes al X Congreso de ONIC en La Delfina, zona rural de Buenaventura.
Y todo indica que aún le queda mucho por hacer, porque en otras ciudades se ha recrudecido el estallido social.

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