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Opinión

¿A caso, el simple hecho de entrar a una Universidad, te hace una mejor persona?

¿A caso, el simple hecho de entrar a una Universidad, te hace una mejor persona?

Por Oscar Javier Pulido Mahecha. Psicopedagógo. Magister en Ciudad, Territorio y Conflicto. 

Durante las últimas semanas, he sido, como muchos colombianos, víctima del ataque mediático gestado en la euforia por la conquista electoral, una batalla que se desarrolla en el campo de la opinión.  Estoy agotado, de tanto comentario suelto sin contexto, sin análisis y en algunos casos, sin sentido. La discusión cotidiana del futuro próximo de nuestra nación, se está definiendo en una contienda reaccionaria acerca de lo que se dijo, o no se dijo. 

El problema no es lo que se dijo, sino, lo que esta implicitico en el acto del habla, detrás de las opiniones se ocultan las ideas, que no son fáciles de percibir, se mueven de manera invisible lográndose instalar en algunos casos en las mentes de cualquier persona, en especial, aquellas mentes desprovistas de herramientas para el análisis riguroso de lo que escuchan. Una de esas opiniones que ha causado mi atención, son las declaraciones emitidas por Gustavo Petro, haciendo referencia a los policías y militares como el resultado de un joven sin educación, comentario totalmente desacertado y nocivo. Este escrito no es una reacción a Petro, quiero entrar en una contienda con la idea, ya que ésta, no solamente habita en quién la emitió, sino en un sin número de personas que la representan y la aceptan sin ninguna objeción; y con esto, tal vez, mi punto de vista pueda ayudar a disipar un poco las distancias que tejen este tipo de opiniones.

Para empezar, ¿De qué se habla cuando se habla de Educación? Deduzco, a partir de otras opiniones, que lo que está en juego, es una discusión sobre el ingreso al sistema educativo formal. Pues no se está discutiendo, en este caso concreto, si el sistema educativo colombiano es bueno o malo, eso es tela de otro costal, aquí, se acepta la noción clara de que el sistema es bueno, es decir, todo aquel que ingrese a él se convertirá por lógica en un mejor ciudadano. No estoy de acuerdo en maximizar esa noción de educación como un hecho absoluto, pensar que, al tener más gente en el sistema educativo, arrojará como resultado lógico una mejor ciudadanía, es un sofisma de distracción. Esto quedaría totalmente superado en el hecho de que este país no es corrupto por aquellos que nunca entraron a una universidad, lo es, por aquellos que han pasado por una universidad, y no las de garaje, sino las mejores del país e incluso del mundo. 

Es claro, que se sigue promoviendo una educación como un escenario de distinción social, entre más alto estés en la pirámide del sistema educativo serás “mejor”. Estudiar se ha convertido en un privilegio y en una forma para obtener y ostentar poder. Cosa contraria, a una educación que promueva una sociedad del conocimiento, basado en el aprendizaje, que posibilite una condición más proclive al cambio, más sensible a las trasformaciones y definitivamente, con un estado mayor de conciencia y criterio en la toma de decisiones, educación, que no está presente en el sistema educativo formal actual, bueno, tal vez si, en buenas intenciones expresadas en programas y proyectos  educativos, adornados  de lindos eufemismos pedagógicos, pero que en realidad,  sigue reproduciendo un esquema clásico, ortodoxo y de poca innovación. Entonces ¿Cuál es el afán por ingresar más personas a este sistema? Lo que hay que cambiar es el sistema, el hecho de entrar a una universidad, no nos hace una mejor persona, la ética, la honestidad, la autonomía, el pensamiento crítico no se enseña, se aprende, y esto no se da, solamente en una universidad.

La educación es un Derecho Fundamental, esto no debería cuestionarse, todos deberíamos poder tener acceso a ella. Pero también, entrar al sistema educativo es una decisión personal, otro derecho fundamental. No deberían imponérseme ideas de que si no entro al sistema voy a ser “menos” que “aquel” que está en él o que el hecho de estar estudiando o haber estudiado los más altos niveles de formación, me da el derecho para creerme más que el otro, ofenderlo, insultarlo, disminuirlo, eso, también es violencia. La noción de “mejor” no está en una dirección vertical, en ir hacia arriba, escalando, siendo más que el otro, pasando por encima de él, debería ir en una dirección horizontal, ir hacia adelante, ser cada día mejor persona, aprehendiendo de los otros, construyendo con los otros. No podemos seguir cayendo en el error de reiterar las nociones de distinción, que terminan afirmando las distancias, necesitamos construir nociones de comunión, de comunidad, de coynonya, ese podría ser el sentido de una verdadera educación. No permitamos que nos construyan muros, apostémosle a los puentes. 

 

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