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Fervor se luce en atención y sabor, pero se raja en seguridad
El restaurante Fervor, destacado por su buena comida y excelente atención, tuvo un lunar: la seguridad.
Nuevamente, agradezco la acogida y los comentarios de todos nuestros lectores sobre este ejercicio que realizamos con esmero. Dice una frase: "Por un árbol frondoso, no se puede perder la perspectiva del bosque". Sin ánimo de polemizar y siendo justo, equitativo e imparcial, quiero destacar un punto:
Cuando a una persona le va bien y a otra le va mal al visitar el mismo restaurante, no debería ser así. El servicio diario debe ser óptimo en todo sentido y para todos los clientes. Esto no debería suceder, ya que un chef debe estar preparado todos los días para realizar bien su trabajo y superarse al máximo. Surge la pregunta del millón: ¿Cuándo es el día indicado para visitar X restaurante para que le vaya bien?
O peor aún, aparecen las trilladas disculpas: “el chef está indispuesto”, “está bajo de ánimo”, “tiene problemas en casa”, etc. Esto aplica para todos los empleados del restaurante. Mi consejo es doble: deje sus problemas en la puerta del restaurante y entre a realizar bien su trabajo, o no trabaje ese día. El cliente no debe ser el perjudicado.
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Como resalté en mi columna del 18 de julio de 2025: "En mi opinión, un restaurante es lo más exigente: es perfeccionismo, es clase, es cultura, es servicio, es calidad, es degustación, es disfrute, es alcurnia, es estilo... es un todo. Por eso, no es fácil ni sencillo montarlo. Cualquiera no puede hacerlo; tan es así que hasta el más mínimo descuido puede llevarlo al fracaso."
La visita a FERVOR
Pasando a manteles, visité el restaurante FERVOR a la hora de cenar. Fui invitado al cumpleaños de una amiga; en total éramos ocho personas. La llegada fue atenta y amigable por parte del empleado que nos recibió. Nuestra mesa ya estaba separada y arreglada para la ocasión. No nos ofrecieron la carta, pues ya se habían seleccionado cuatro platos para el momento, incluyendo bebidas y postre.
La limonada de hierbabuena que pedí estaba bien presentada, con una buena mezcla y sin azúcar, como la había solicitado. Yo elegí ‘Ají de gallina’, según me lo ofrecieron. Explicaré un poco este plato de la gastronomía peruana, muy famoso y de mi total agrado. Es una suprema de pechuga sobre una base de rodajas de papa y una salsa amarilla que lleva varios ingredientes (yema de huevo cocida, rebanadas de pan sin borde, leche evaporada, cúrcuma, queso, nueces picadas, todo mezclado para su preparación), con el toque inconfundible del ají Amarillo del Perú.
En este restaurante, el plato aparece en la carta como: POLLO A LA HUANCAINA. La descripción es: "Suprema de pechuga, servida sobre una base de causa con leche de tigre bañada en salsa Huancaína."
Se notó y se le abona el esfuerzo del chef por lograr un resultado óptimo, aunque distó mucho de la preparación peruana tradicional. El pollo tenía buen sabor y una contextura blanda. No pedí postre.
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Es de resaltar la limpieza, el orden, la decoración del lugar y la atención por parte del mesero que nos atendió desde la entrada hasta el final. Un detalle preocupante: al salir, una persona de nuestra mesa notó que le habían robado el radio de su carro, el cual estaba en una bahía que el restaurante tiene como parqueadero y con un señor adulto como vigilante. Reclamó y nada pasó.
Calificación (1 a 5): 3.5
Volvería: Sí
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Evaluación del "Corrientazo": El Legado
Ahora pasemos a evaluar a nuestros famosos "Corrientazos". Otra mención al margen: en algunos comentarios a mi columna, dos dueños de restaurantes (así lo supuse) escribieron y sugirieron que los visitara para degustar la comida que hacen "con mucho amor y esmerada atención". Por eso visité estos dos restaurantes y pude constatar sus comentarios y deseos.
Tomaré los mismos parámetros de las visitas anteriores para tener un rasero justo y equitativo. Los visité a la hora del almuerzo. Hoy la evaluación es para el Restaurante El Legado.
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RESTAURANTE EL LEGADO: ¡Bueno...! Faltaron los cinco pa'l peso!
Bienvenida, un señor me recibió en la puerta con un saludo cordial. Después averigüé y era el dueño.
Organización. Mesas bien ubicadas, limpias, estables y numeradas. El señor que me atendió, después de recibirme, limpió la mesa y retiró los platos de los clientes.
Atención Inmediata. El dueño también ejecuta las labores de mesero. Me mencionó los platos del día, advirtiéndome que ya se había agotado uno. Igualmente, me mostró una pequeña carta de platos, impresa a una sola tinta y plastificada. Pocos platos, pero algunos especiales. Pedí uno de los menús del día (tenían tres ese día).
Presentación. Una camiseta gris, no muy vistosa, ni uniforme, y no bien puesta en los empleados que trataban de identificarse.
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Además: Bienvenidos… pasemos a manteles.
Orden del Servicio. Ofrecían dos bebidas; pedí jugo de mora. Buen sabor y poca azúcar. Llegó después. Primero la sopa de sancocho en taza mediana, caliente, de buen sabor y con ingredientes pequeños, acordes a este plato. En un corto tiempo, sin haber terminado mi sopa, llegó el plato fuerte: calabaza en salsa, pollo en trozos en salsa blanca, tajada de plátano maduro, arroz y ensalada mixta. De postre pedí Crème brûlée.
Sabor. La calabaza muy bien preparada, de buen sabor y la salsa balanceada. Los demás ingredientes aceptables y con una presentación normal. El postre que pedí debe servirse muy tibio para su degustación total. Estaba un poco frío, le faltó más calor.
Servicio constante. De admirar y resaltar el desempeño del dueño como mesero, a pesar de tener otros dos empleados. Hay rotación y atención solo cuando llega un cliente; durante la estadía, no la hay. Un detalle importante: Hay una bandeja (cubiertero) con los utensilios y servilletas dentro, la cual el mesero trae a la mesa y saca cada elemento para ponerlo junto a la servilleta. Estos elementos son tomados y entregados con la mano sin protección alguna, ya que los meseros manipulan dinero cuando los clientes pagan y no hacen la limpieza de manos. Irónicamente, junto a la caja hay dos desinfectantes, de adorno, se diría. "Detalles, tan solo detalles" (dice una canción): ¿por qué no empacan los cubiertos en bolsa de papel antes de iniciar labores? Es una alternativa.
Comunicación. "¿Puedo retirarle el plato?" fue la única pregunta. No hubo preguntas sobre mi opinión o parecer con respecto a mi estadía. Un silencio muy "sepulcral" por parte de todos los empleados durante mi estadía. Solo tienen en mente la rapidez en el servicio.
Despedida. Me dirigí hacia la caja de pago. Pregunté por la cuenta: $29.500 (el menú del día $20.000 y el postre $9.500). Si hay una empleada en la caja, si las mesas están numeradas, si se colocara el recibo con el valor en la mesa, si el cliente se dirige y paga, los meseros no tendrían que manipular dinero, sería más práctico y mucho más higiénico.
Calificación (1 a 3): 2.5
Volvería: Sí
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