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Historias

No me lo vaya a botar que todavía está como nuevo

No me lo vaya a botar que todavía está como nuevo

Por Óscar Viña Pardo


No sé si en sus historias de vida les pasó lo mismo que a mí, en mi adolescencia había un “esqueleto”, así llamábamos a la prenda deportiva para jugar baloncesto, testigo de muchos partidos, de muchos campeonatos y que por tener ese trajín ya estaba algo gastado, pero siempre al abrir el cajón del closet estaba ahí. 

Llegaba diciembre y nuestra madre tenía la costumbre de regalar la ropa en desuso y era en ese momento donde no se podía dar papaya, estaba en riesgo el esqueleto amigo de toda la vida. “Ese chiro ya está hasta amarillo” decía Gloria, cuando empezaba a escarbar cajón por cajón.  

La única forma de salvar el esqueleto era esperar a que estuviera listo el paquete de ropa de baja y ahí, zas, rescatarlo. 

Pasa ahora con los tapabocas, aunque en mi caso ya no es mi madre sino mi esposa quien quiere darle de baja a los que nos cuidan de la Covid 19. Un pequeño uso y quieren botarlo y vuelve la anécdota, pero la narrativa cambia. Apenas tiene una postura. Ese me gusta porque tiene el escudo del Deportes Tolima con las dos estrellas. 

No puede ser que pasen los años y uno sigue con los mismos apegos a ciertos elementos que tienen con uno una historia que contar. Vaya uno a botarles algo de la cocina o de la mesa de noche de ellas para ver qué pasa. 

Al final tienen razón, a veces acumulamos hasta tres tapabocas y así no le tengamos cariño somos nosotros los que debemos tomar la decisión de botarlos cuando queramos, esa lucha por su largo uso es nuestra, aunque para nuestras mamás o esposas, sea la lucha del uso y del desuso. 

Muchos años después volví a ver ese esqueleto, me di cuenta que era re flaco y sus tirillas ya están desgastadas, casi invisibles. Mi erótica está en que tome yo la decisión, boten ese chiro. Era mi chiro y aunque no se siente igual en esa pelea del uso y el desuso debo confesar que mi madre y mi esposa al final tenían razón. 

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