Historias
La felicidad está en todos los rincones
Son las cinco de la mañana y la primera en despertar en su finca El Rincón de la Felicidad es Ana Leticia Carabali Salazar, una afrocolombiana que inyecta alegría a todos los suyos, inclusive a sus vecinos, esos que acoge e impulsa desde sus pequeños emprendimientos para de esta forma mostrar la otra cara de la Colombia, la que no sale en los medios de comunicación porque esas noticias no venden.
Ana Leticia Carabali Salazar se le conoce en la vereda San Isidro como Letty, es una de las liderezas de la zona que se le mide a cosas posibles, concerta primero con su familia y luego con sus vecinos y no mira para atrás, solo extiende su mirada hacia el horizonte, coge de la mano a su familia y les dice con la sonrisa de siempre, para allá vamos, agarrense de este sueño.
Conocí a Letty por cuenta del proyecto Voces del Territorio que lidera el Fondo Colombia en Paz y que ejecuta la Organización Internacional Para las Migraciones, OIM. Cuando se presentó empezó a hablar de un paraíso escondido, su finca y realizó un inventario de todas las bellezas que la rodean.
Para muchos puede ser parte del paisaje, para mi, desde el nombre se empieza a justificar el porqué del Rincón de la Felicidad, un pequeño terreno donde la tristeza tiene acogida de manera repentina, porque surge la resilencia no como discurso, sino como una practica cultural que hace que la magia del amor recorra todo el lugar.
En su finca hay una cascada, su agua es fría, pero desde allá en un mediano plazo se hará torrentismo. Inició escuchando a los jóvenes de Mondomo que visitaron su finca para ser parte del inventario turístico de Santander de Quilichao. Les prefguntó dos veces que era la señalética y cuando volvieron encontraron que en pedazos de guadua todo tenia nombre, punto de encuentro.
Aprovechó además la huerta caserta que en tiempos de pandemia le entregó la alcaldía y ahora está dedicada en aprender a comer remolacha, acelgas, tomates, zanahorias, cebollas, cebollines, entre otros. Quere cambiar el menú de su casa, pero como ella misma lo dice, un sancohco es un sancocho.
Era octubre cuando volví a visitarla, esta vez unido a un grupo de estudiantes de la zona y sus profesores que querían conocer de primera mano lo que hablaban por todo Mondomo, la finca de Letty es un rincón de la felicidad.
Su hijo, un niño de 7 aaños tomó la palabra, nos dio la bienvenida e inició el recorrido, nuevos cambios en la marranera, la conejera; en las fuentes de agua, todo lo aprendido en la visita guiada a otras fincas de veredas cercanas hacian parte ya de las actividades cotidiana de la familia.
Esta es la Colombia que no se muestra en los medios tradicionales, Letty es parte de las mujeres que habla no desde la palabra sino desde los hechos y nos indica que todo puede cambiar, que sí hay esperanza en esa Colombia priofunda que algunos siguen estigmatizando porque vende más la guerra que la paz, vende más la no esperanza que la fe.
A Letty le cambió la vida con el proyecto que aun no inicia en el corregimiento, porque ahora en la antesala puede recorrer parte del país hablando de su rincón de la felicidad como lo hizo en Ovejas, Sucre; y su voz se escuchó en todos los Montes de María, parecía una estrella comunitaria, todos, todas y todes querían una fotografía con la mujer que cuando se despidió de nosotros lloró, pero de felicidad.
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