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José Mauricio: El hombre que a diario recorre la zona rural de Ibagué con “Chapol”

José Mauricio: El hombre que a diario recorre la zona rural de Ibagué con “Chapol”

Como todos los días y desde muy tempranas horas José Mauricio Rubiano estaciona su jeep Willis un vehículo de color verde conocido con el nombre de “Chapol” al lado de la clínica Tolima, a la espera de recoger pasajeros y traerlos desde Ibagué a la zona rural y viceversa.

José Mauricio Rubiano, es un hombre alegre, bonachón, des complicado por el trabajo que realiza. Le gusta mucho ayudarle a las personas y se considera responsable y alegre. Con más de 30 años de edad, se siente plenamente orgulloso de sus dos pequeños hijos y de su esposa. Dice que ellos son su vida, por eso muchas veces debe sacrificar estar con ellos, para llevarles el pan de cada día, por eso sus nombres están escritos en el vidrio panorámico de su “Chapol”.

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Este oficio lo heredó de su padre quien por más de 30 años se dedicó a llevar pasajeros con grandes mercados, costales llenos de papa, yuca, plátano y café cuando la cosecha está en auge.

Igualmente, material para las viviendas cuyos dueños deseaban hacerle cambios, compras que aún se hacen en las ferreterías apostadas al largo de la carrera primera de Ibagué. Su trabajo se inició hace 12 años con la línea que cubre los sectores de Chapetón, Pastales, Llanitos, además en las veredas La Cascada, El Gallo, El Retiro, Ramos y Astilleros y en sí todo el Cañón del Combeima.

Señala que en estos momentos por tema de lluvias las carreteras se encuentran totalmente acabadas, y dice “el gobierno municipal no nos para bolas, ni tampoco recibimos auxilio alguno, por lo que nos toca bajarnos a empujar el carro con ayuda de los pasajeros, para continuar con el trayecto o de lo contrario me toca dejarlos lejos y ellos deben echarse a los hombros los mercados y el fiambre que llevan para sus hogares”.

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“A punta de pico y pala debemos sacar el barro, yo siempre cargo estas herramientas que son de gran ayuda, por eso cuando llegamos al sector de la Cascada me bajo y comienzo a mover el volcán, como el lo dice y luego el paso de la quebrada es crítico porque cuando se sube el caudal me toca dar la vuelta o dejar ahí, a los pasajeros arriesgando las vidas”.

En este momento José Mauricio cobra por llevar a los residentes con mercados desde 3 mil pesos hasta 2.500 y de la zona rural a Ibagué 2.700 pesos. Este hombre que ha tenido varios carros de estos dice que “yo los compro, los arreglo, o los engallo y posteriormente hago negocio con ellos”.

“Ahora la afluencia de pasajeros es buena por la cosecha de café dice José Mauricio, pues se está trayendo mucho el grano a las compraventas de aquí de la catorce con primera. Los usuarios llevan los mercaditos y cuando termina la cosecha cafetera se dedican a llevar abono para otros cultivos”.

“Entre semana el trabajo es quieto pero los sábados y domingos hay harto movimiento, porque la gente del campo sale hacer su mercadito”. Para la vereda La Cascada están trabajando 8 camperos y para el Cañón de Combeima hay 14 vehículos de estos, considerados todo terreno.

“En Ibagué se podría decir que hay unos 200 de ellos, el punto de encuentro está así: para los del Cañón del Combeima hay 14 y se estacionan en la calle 13, en la calle 15 se ubican los de Charco Rico, San Juan de la China y China Alta y los que viajan a Cajamarca y a Lisboa salen de la calle 21, cerca de la plaza”.

“Me gusta mi trabajo porque nací y crecí en medio de los camperos, dice José Mauricio, desde los 9 años aprendí a manejar en un carro de estos” y cuando cumplí los 18 ya tenía un carro de estos”. Este trabajo lo llevo en mí ya que mi padre tenía tres camperos de estos, ahora maneja un furgón trasportando carne, la cual trae de Chapetón”. Yo empecé aquí en la 14 hace más de 20 años, no necesito de ayudantes”.

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Por último, le pidió a la ciudadanía más apoyo y al gobierno municipal también ya que él como sus compañeros dedicados a este oficio deben pagar impuestos y no tienen un paradero fijo, “pues si nos salimos de este callejón al pie de la clínica Tolima, llega la Policía a multarnos y a corrernos como si fuéramos unos delincuentes”.

Agregó que los tienen olvidados y que lo ideal es que se nos asignen un lugar para todos los camperos.

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