Jairo Darío nació en la desaparecida Armero, en 1969 ingresó al Conservatorio del Tolima apoyado por su padre el compositor Felix Eduardo Peña y guiado por el maestro italiano Quarto Testa, quien admiró en el niño su destreza musical a pesar de tener dedos pequeños y problemas de coyunturas.

Su historia familiar no solo viene de su padre, sino de su abuelo, Félix María Peña Hernández, un seminarista que antes de su ordenación cantaba en las iglesias de los pueblos donde era nombrado como director.  Ese abuelo provocaba a todos los jóvenes de los municipios donde estaba, haciendo que la música fuera uno de los mayores puentes de alegría en cada casa.

Junto con su primo el cantante y compositor Jairo Alberto Bocanegra vivieron una infancia envidiable desde el ámbito musical, se escapaban de la escuela de su abuela, doña Carolina a la edad de 8 años, y empezaba una nueva fiesta, Jairo Alberto tocaba la guitarra y Darío las maracas.

Pasó el tiempo y gracias a ese practicar en el día a día les permitió participar en el concurso La Hora Philips que se realizaba en el radioteatro de la Voz del Tolima. En ese evento dentro del jurado calificador estaba el maestro José Ignacio Camacho Toscano. El dueto no pudo representar al Tolima en el gran concurso nacional La Orquídea de Oro Philips por ser menores de edad.

En el Conservatorio del Tolima, el “loco” como solían decirle, se volcó a la interpretación del violenchelo donde lo estudió solo tres años.  Luego 6 meses más con el maestro Testa, ya como estudiante particular. Antes de los 18 años ya hacía parte del grupo de estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia donde se destaca nuevamente.  No corrió con buena suerte en la institución educativa, en una de esas famosas protestas estudiantiles se fractura uno de sus brazos, obligándolo a regresar a la ciudad musical en el año 1972.

Ya en la capital, tiene la oportunidad de trabajar con el maestro César Augusto Zambrano quien lo ayuda en esta etapa de la vida. En la universidad del Tolima junto con otros músicos conforman el Centro de Investigaciones y Trabajos Musicales, compuesto por un coro y una pequeña orquesta de cámara, combinando la música clásica con la popular. De este grupo nació el Departamento de Música de la Universidad del Tolima.

Regresa a Bogotá en el año 1977 con la idea de ser parte de la orquesta Filarmónica, agrupación que integró desde el año 1978. Al poco tiempo fue llamado por la Junta Directiva del sindicato de músicos. Su trabajo desde el sindicato Asprofibo en pro de los músicos le permitió la reivindicación  de los artistas en materia de derechos laborales.

Como compositor nos deja canciones hermosas como Pequeña Mía, Te Invito, Mariquita Preciosa, Quiéreme como te Quiero y Santa Fé de Bogotá. En materia de villancicos hizo una serie de canciones infantiles para sus conciertos didácticos, interpretados por la Orquesta Filarmónica.