Historias
Hernando Pabón, uno de los últimos 'mecánicos' de sombrillas y paraguas de Ibagué
Desde hace 40 años, Hernando Pabón se dedica a arreglar paraguas y sombrillas, y sabe que es uno de los últimos que queda ejerciendo este antiguo oficio artesanal en la Ciudad Musical. Su taller queda localizado en la carrera primera con calle 12 de esta ciudad. Exactamente frente a la clínica Tolima.
No ha sido fácil conservar una clientela de tantos años debido a que este hombre de tez trigueña y de bigote canoso comenzó su labor frente al edificio de Cooperamos, luego en el Parque de la Música en dónde la policía no le permitía realizar su trabajo, desterrándolo de allí, y tomando el rumbo a donde actualmente se encuentra.
Dice Hernando Pabón que “mi trabajo se incrementa en época de invierno como ésta. Hasta aquí llegan muchas personas y en el día yo arreglo entre 30 y 40 sombrillas y paraguas, cobrando 3 mil pesos por cada una”. El invierno es como una bonanza.
Este ibaguereño aprendió a arreglar sombrillas en la ciudad de Armenia y a raíz de ello, sabe que cuando está en época de las vacas flacas, hay que ser ahorrativo para poder llevar el sustento a su familia en el barrio La Vega.
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Dice que todavía hay personas que mandan arreglarle sombrillas, debido a que para algunos de sus clientes estos elementos tienen un valor sentimental, o en otros casos son sombrillas de marcas americanas y hasta inglesas, pero también le llega mucha basura china.
Pabón es consciente que es uno de los últimos sombrilleros y que su oficio tiende a desaparecer en la medida que construyan sobrillas y paraguas programados para determinado tiempo. Es decir, de mala calidad y que no tienen arreglo.
La persona que le enseñó este trabajo se encontraba era un hombre de avanzada edad y él lo aprendió como una labor de mecánica y filigrana, ensamble de varillas y tejidos de carpa. Sin embargo, un hijo de Pabón ahora es quien trabaja con su padre, ya que no quieren perder esta tradición. Es una labor que se hereda.
Durante la entrevista con el Cronista.co llegaron a su puesto de trabajo cuatro personas solicitando sus servicios. La mayoría de su clientela son mujeres que llega con afanes desde diversos lugares de Ibagué. Una de ellas, de unos 70 años, anteojos grandes y gruesos, dice que viene de El Salado y que hace más de 20 es cliente de Pabón, especialmente en temporadas de invierno "como la que estamos viviendo".
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Otra de ellas se acercó a decirle que traía una sombrilla de una reconocida marca americana y que llevaba con ella hace tres años, por lo que consideraba que el costo de la misma es de los 70 mil pesos y que no deseaba perderla.
“El sitio dónde me encuentro está acreditado desde hace cinco años dice Hernando Pabón, además es muy comercial y pese a que no tengo permiso porque ya no los están otorgando, me va muy bien”.
“Aquí entre los que venden tintos, arepas y mi negocio nos protegemos hasta de los ladrones que muchas veces se nos acercan a ver que se nos pueden llevar. Y es que la situación está muy dura que cuando no llegan sombrillas para arreglar, me dedico a la remonta de los zapatos”, expresó Pabón.
Cuando arrecian las lluvias este humilde ibaguereño debe arrinconar sus cosas contra la pared y es cuando más lo buscan. Y debido a su experiencia se gasta entre cinco y 10 minutos arreglando un paraguas.
“Los repuestos que tengo aquí son reciclados. Yo Compro las sombrillas que me traen”, sin embargo, interrumpe la conversación y en medio del abismal ruido de buses y busetas que transitan por esta vía, le dice a otra mujer que en media hora puede venir a recoger la sombrilla ya arreglada. Otra de sus clientas, una mujer rubia de pelo teñido y de unos 55 años le manifiesta que “tiene otras tres más y que no las trajo porque su hija debe venir y decirle que daños tienen”.
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Luego Pabón señala que “la maleta que cargo en mi motocicleta llevo la herramienta como unos alicates, tijeras, agujas e hilos de distintos colores, con los que arreglo las sombrillas y los paraguas. Mi horario de atención es de 12 y 30 a dos de la tarde, ya que sagradamente voy a almorzar a mi casa con mi hijo”.
Todos los días este ibaguereño se levanta con mucho ánimo a trabajar, dice que sus conocimientos se los ha trasmitido a tres personas más y se considera un hombre optimista y alegre. Siempre ha vivido de esto, por eso le da gracias a Dios, porque es una persona organizada.
Finalmente, una mujer de tez trigueña y de labios pintados de rojo se acerca a decirle que “le traigo esta sombrilla que me la dañó el viento” y él examinando el articulo le dice “si se la puedo arreglar, la mujer le pregunta en que tiempo puedo pasar y el responde que en una hora”.
Hernando Pabón dice que “este negocio se mueve más por las mujeres y ante ello no puedo negarme a decirles que vengan en dos o tres horas, ya que algunas de ellas un poco acosadoras me exigen que en media hora les arregle la sombrilla”.
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El éxito de su trabajo es ser cumplido, distinto a los sastres y zapateros, y por ello permanece allí sentado por varias horas esperando que le lleguen a su taller muchas sombrillas y paraguas para ser reparados y refaccionados, sobre todo en esta época de lluvias, cuando todo el mundo debe llevar consigo una sombrilla o un paraguas. La diferencia de estos dos útiles implementos para afrontar las inclemencias del tiempo, es que el primero es más pequeño, usado especialmente por mujeres y el segundo más grande, utilizado más por los hombres.
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