Periodismo de análisis y opinión de Ibagué y el Tolima

Historias

Esta es una historia de la vida real...

Esta es una historia de la vida real...

Un amigo cuyo registro civil informa que nació en el Hospital Federico Lleras de la ciudad de Ibagué, no podía ocultar que era del Tolima. Criado a punta de lechona, tamal y bizcocho de achira, tiene el color del calentano Tolimense y un acento del sur del departamento, justo entre Natagaima y Ortega, que causaba admiración. 

 

Por asuntos del destino de nuestro país, en tiempos en los que los dueños de los equipos de futbol no sabían de este deporte, sino de otro tipo de negocios por demás extraños y dañinos, surgieron en especial tres equipos que todo lo ganaban sin importar el cómo. Fue entonces, cuando mi amigo se hizo  hincha del Nacional.  Si, del verde.

 

Por desgracia para él, no conocía ni una cuadra de Medellín, ni el hermoso himno de Antioquia. Es más, ni siquiera había probado en su vida la arepa paisa. Pero no le importaba, era acérrimo hincha del Verde. Este personaje nacido a una cuadra del estadio Manuel Murillo Toro, sentía repudio por el chico Deportes Tolima.

 

Para evitar las bromas de sus amigos, intentó hablar como los paisas, inició el consumo diario de frijoles, aunque lo llenaban terriblemente de gases y aprendió a comer arepa de maíz, así fuera comprada a una cuadra de la casa del Indio Pijao. Esa mezcla de acentos entre el tolimense y el antioqueño, producía en verdad una sensación extraña cuando hablaba de los tres Argentinos del Nacional.

 

Lo simpático de todo esto, es que para acabar de una vez por todas con las burlas de sus amigos, y ante el triunfo del Nacional 1 a 0 en la ciudad de Ibagué en la final del futbol colombiano del 2018, decidió visitar por primera vez Medellín para ver el partido final. Quería conocer el Atanasio y gritar el triunfo del Nacional, en tierra lejana para él.

 

Ante la ausencia de un carro particular, se subió con ironía en una flota de Rápido Tolima, la cual lo llevo en 12 horas a la ciudad de Medellín. Llego el mismo día del partido y fue víctima del primer atraco: compró una boleta revendida, en 300 mil pesos, que al echarle un ojo decía: Tribuna extremo sur: $45.000

 

Alquiló una moto con un paisa de verdad que le pidió $ 200.000 por adelantado, por que en esa moto asistiría al desfile triunfal del Nacional por la calle 70 de Medellín.

 

Lejos de imaginar el final, cuando el Deportes Tolima gana el partido y el campeonato, sintió truncada todas sus ilusiones. A la salida del estadio, un paisa de verdad le dice… "Que hubo pues mijo, por que tiene esa cara de aburrido si ganaron… porque con esa cara de calentano Usted es Tolimense,  ¿verdad?

 

Ante ese desespero, solo pensó en conocer la calle 70 así fuera para rumiar la derrota y se dirigió al sito de encuentro con el dueño de la moto para hacer el recorrido. El Paisa de la moto nunca apareció, y los 200 mil pesos se esfumaron en medio de la pólvora que ya no sonaba.

 

Cansado, tomó el primer bus que encontró para llegar al terminal y retornar a casa. El único transporte disponible fue una Rápido Tolima que  tenía a todo volumen el radio que transmitía en directo el desfile triunfal en la ciudad de Ibagué.

 

Prometió que no se dejaría bromear por nadie a su llegada, y que a la primera sonrisa socarrona que viera le metería una trompada para desahogar su frustración. Fue en ese momento que llegó al terminal de la ciudad de Ibagué, y cuando se bajó del bus lo primero que vio fue una sonrisa mordaz que lo fastidiaba. Se paró de frente, empuño su mano, pero no pudo cumplir con su desquite…  ya que esa sonrisa era la de una lechona que estaba acompañada de un tamal y bizcochos de achira.

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