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El tolimense con aroma de café

El tolimense con aroma de café

Wilson es oriundo del sur del Tolima. Nació en Ortega, pero echó raíces en San Antonio. Allí aprendió junto a su padre todo lo que tenía que saber del campo, en especial del café. 

En esos primeros años de vida, su papá le dejó como legado el amor por trabajar la tierra. 

En un principio 'Ducuara Arias SAS', fue un proyecto familiar, para transformar el café que producían en la finca Buenos Aires, en las montañas de San Antonio. Sin embargo, con el paso del tiempo Wilson comprendió que tenía en sus manos la posibilidad de ofrecer un servicio que impulsara a los caficultores del Tolima. 

“La empresa ha ido creciendo, apoyando al pequeño y mediano productor. Ya existían otras tostadoras, pero más privadas. A los productores les tocaba procesar su café en Bogotá, Armenia. Hemos tenido mucha acogida porque también el productor puede venir y hacer el proceso, y se da cuenta de que no es nada del otro mundo”, explica don Wilson.

Gracias a la tostadora, más de 65 productores del Tolima han encontrado la posibilidad de transformar su café sin necesidad de trasladarse a otros departamentos, y así  ahorran gastos. Lo que empezó como un sueño personal, les permite hoy en día a muchas familias campesinas trillar, tostar, moler y empacar su café. Reciben el producto listo para que lo puedan comercializar.

Wilson, que ha sido un visionario, un emprendedor, también comprende las vicisitudes que padecen los campesinos que aún se la juegan por el café. “Hemos tenido mucho abandono del Estado porque no hay apoyo al campesino. El Ministro de Agricultura dice que sí hay apoyos, que se destinan tantos millones de pesos, pero eso se queda en el camino. Ya cuando llega al caficultor, son migajas”, sostiene Wilson Ducuara.

Él explica que el café tolimense se ha sostenido a pesar de tantas dificultades, gracias a la tremenda calidad del mismo. Hay departamentos que se han dedicado a producir en masa, pero se han olvidado de las buenas prácticas, que en el Tolima, continúan vigentes. 

“La calidad es la que nos ha sostenido en el mercado. Si no fuese así hace rato hubiésemos desaparecido. Sería más el abandono del campo”, apunta  Wilson. 

Pese a todo esto, él señala que el 80 por ciento de sus clientes son nuevos emprendedores de nuestro departamento, que le siguen apostando a cultivar café. Con el apoyo de la tostadora, los caficultores se sienten más respaldados al momento de incursionar en nuevos mercados, pues tienen a disposición unas instalaciones para transformar el grano que cosechan con sus propias manos.

El sentido de pertenencia por su región y su cultura, ha convertido la tostadora de Wilson en un proyecto con identidad 100 por ciento tolimense. Tanto así,  que lo ha llevado a querer enseñarle a sus paisanos lo sencillo que puede ser operar ellos mismos las máquinas de la planta. 

“El campesino viene, uno le da la orientación, y la idea es que él aprenda. No irme yo con el conocimiento, sino que la gente emprendedora sepa cómo se hace el proceso y diga, yo también puedo hacerlo”, expresa Wilson con rostro de satisfacción. 

Aunque  Wilson afirma que su planta es artesanal, comparada con otras de mayor envergadura, lo cierto es que tiene lo necesario para apoyar a sus paisanos en su deseo de salir adelante. Son tres los operadores que trabajan en el proceso de transformación.

 También han recibido acompañamiento de estudiantes del Sena, la Universidad del Tolima, la Universidad de Ibagué, que van a la planta a aprender más de la cultura cafetera.

En la tostadora Ducuara Arias SAS, a un campesino le cuesta $170.000 transformar una carga de café. Incluso vienen caficultores de otros departamentos como Caldas y Cundinamarca a procesar su producto. 

Wilson, el hijo de San Antonio relata  que alguna vez vino un árabe, compró 4.000 libras de café tolimense, las procesó en su tostadora, y se las llevó para su país. 

El café del Tolima alrededor del mundo

A sus 52 años, Wilson dice que sueña con exportar grandes cantidades de café tolimense a muchos lugares del planeta. Desde su planta ubicada en los cerros de Ibagué, trabaja todos los días para hacer realidad ese sueño, que sin duda mejoraría la calidad de vida de muchos productores de la región. 

En estos momentos Wilson, junto a numerosos campesinos tolimenses, están a la espera de exportar 1.2 toneladas del café que producen. Los destinos serán Estados Unidos, Chile, Alemania, Holanda y China. De los cerca de 30 tipos de café que nacen en la tierra tolimense, para este trascendental pedido se están perfilando las variedades Castillo, Colombia, Caturra y Arábico.  

La demora, como casi siempre, es de las administraciones. Todo dependerá de cuán rápido se articulen Gobernación del Tolima y Alcaldía de Ibagué, en aras de consolidar esos nuevos clientes que permitan abrir mercados internacionales.

 Según lo que indica Wilson, las peleas entre Barreto y Jaramillo, tuvieron en medio a los caficultores, así como a tantos otros sectores del campo.

La cultura del buen café que se está creando

Cuenta Wilson Ducuara que en los últimos años se ha ido adquiriendo en Ibagué una cultura del ‘buen café’, que dista mucho de lo que comúnmente se conoce como ‘tinto’. La cuestión es que un buen café no baja de $10.000, lo que lleva a los pequeños productores a entrar en una competencia desigual con las grandes empresas, que venden el producto en empaques de hasta $1.000.  

Vale la pena tener en cuenta que en algunas ocasiones a un campesino le puede costar $780.000 producir una carga de café, la cual después vende en $700.000. Así es, no alcanza ni siquiera a sacar los gastos, mucho menos a tener ganancias, muy por el contrario, se va de pérdidas. 

En todo caso, don Wilson es optimista con respecto al futuro del café tolimense. Confía en que poco a poco, la gente se vaya acostumbrando a mandarse la mano al bolsillo, y prefiera tomarse un buen café. No simplemente un agua oscura, como él llama a los ‘tintos’. 

“Se le ha abierto mercado a cafés que vienen del exterior. Entonces usted ve cafés muy baratos en las tiendas de cadena. Y a usted un café de buena calidad mínimo le sale en $13.000, para que sea rentable ponerse en todo el proceso.

 Afortunadamente  Ibagué se está afianzando en la costumbre del buen café. Además por las buenas posiciones de nuestros cafés en las diferentes ferias, ya la gente viene al Tolima a tomar un buen café”, arguye Wilson.

Mientras van apareciendo en la ciudad tiendas especializadas en café, los mercados nacionales e internacionales son donde tienen puestos sus ojos los pequeños y medianos productores del Tolima.

Al preguntarle, ¿Cuál es la clave de un buen café?, la respuesta le sale sin titubear. “Que tenga un buen manejo en campo, las condiciones climáticas y del cultivo, y hacer un excelente proceso de torrefacción. Y principalmente, claro, la dedicación y el amor que se le tiene al café”.

Ahí dejamos a Wilson Ducuara,  ejemplo de emprendimiento en el Tolima, trabajando en la preparación de 1.2 toneladas de café tolimense que se exportarán a diversos países del mundo.

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