Por Henry Rengifo Hernández

En nueve meses, el Tolima elegirá a los seis representantes a la Cámara para el periodo 2026-2030. Este es el momento ideal para evaluar el trabajo de los actuales congresistas y discernir quiénes merecen el apoyo de los tolimenses para ser reelegidos. ¿Serán todos los seis, o la apuesta será por la renovación? Y, lo más importante, ¿dónde están esos nombres dispuestos a refrescar y transformar la política tolimense con nuevas ideas?

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La historia reciente de la representación del Tolima en la Cámara de Representantes dista mucho de ser descollante. Digámoslo sin rodeos: el resultado ha sido opaco y el desempeño de la mayoría, mediocre. Por supuesto, existen excepciones. Es justo resaltar el trabajo que cumplió, durante su paso por la Cámara, la hoy gobernadora Adriana Magaly Matiz, quien hizo sentir su voz, fue protagonista y alcanzó la visibilidad que los tolimenses demandan de sus voceros en el Congreso.

Una situación similar se observa hoy con Martha Alfonso. Si los seis representantes actuales aspiran a repetir curul, sin duda, el único nombre que se hace merecedor de esa distinción es el de Martha Alfonso. El sentir de múltiples voces es unánime al valorar la tarea desarrollada por ella.

No es casualidad que su nombre brille con luz propia no solo al interior del Congreso, sino también fuera de él. Ha demostrado temple, compromiso, carácter e inteligencia, pero, ante todo, independencia. Por ello, su regreso en 2026 resultaría altamente beneficioso, ya que, además de oxigenar la buena política, el Tolima volvería a contar con una voz independiente.

En 2022, casi 18 mil tolimenses le otorgaron la credencial de congresista sin el respaldo de una maquinaria política. La mayor parte de esa votación la obtuvo en Ibagué (11 mil votos). Se intuye, entonces, que, dado que su trabajo y compromiso no han sido inferiores a la expectativa generada en torno a su elección, sino que, por el contrario, la confianza en su nombre se ha afianzado, hoy podría contar con un número de adeptos en constante crecimiento. Esto supliría a quienes, seguramente, se han alejado porque su expectativa era la de un contrato o un empleo, algo que la representante Martha Alfonso deja claro: "Yo no llegué a hacer favores personales, ni a 'lagartear' puestos, ni a agenciar intereses particulares, y ruego que me perdonen, por este día, los frustrados de mi gestión".

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No es una tarea sencilla cuando el voto de opinión en un departamento como el Tolima aún está en ciernes, pues apenas asoma con timidez en medio de una enorme estela de clientelismo y politiquería avasallante.