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‘El Comensal Oculto’ visita el Restaurante del Club Campestre

‘El Comensal Oculto’ visita el Restaurante del Club Campestre

El Comensal Oculto. Séptima entrega. Restaurante del Club Campestre

¡Bienvenidos! Pasemos a manteles...

En esta ocasión, visitamos el restaurante del Club Campestre de Ibagué, ubicado a las afueras de la ciudad. Se trata de un establecimiento tradicional e icónico en la vida cultural, social y recreativa de Ibagué desde hace décadas. Esto, en principio, sugiere una vasta experiencia y calidad en el servicio gastronómico. Fui invitado por un socio, lo cual me brindó la oportunidad de experimentar, evaluar y calificar este restaurante. El socio desconocía totalmente mi objetivo, y no se enteró de mi misión ni antes ni después de la visita.

El ambiente del restaurante

El interior del restaurante no presenta nada especial: una barra y mesas para los clientes, sin decoración interior, solo la vista hacia una parte del campo de golf. Además, el espacio es compartido con las mesas de billar, lo cual genera una mezcla poco agradable para el disfrute de ambas actividades. Por si fuera poco, es una zona de tránsito constante para personas que atraviesan tanto el área del billar como la del restaurante sin hacer uso de ellos, solo para ir a otra parte del club.

La atención inicial

Nos abordó un mesero de edad avanzada con un cordial saludo, dándonos la bienvenida y ubicándonos en una mesa para seis personas, ya que no había disponibles de cuatro o dos puestos. La mesa tampoco tenía decoración alguna. De inmediato, y sin preguntarnos qué deseábamos tomar u ofrecernos la carta, atinó a decirnos: "Hoy de especial tenemos un lomo de res en salsa especial del chef". El socio solicitó ese plato especial, mientras yo pedí la carta. Antes, el mesero aclaró que preguntaría si todavía quedaba ese plato para ofrecerlo. Esta actitud denotó poca seguridad, conocimiento y preparación en su labor.

Regresó con la carta y preguntó si podía traer el especial, ya que solo quedaba uno. Revisé la carta, de presentación aceptable y no mucha variedad de platos, y me decidí por la Cazuela de Mariscos. Este plato no suele ser muy solicitado y requiere de una buena preparación y conocimiento para lograr un óptimo resultado y disfrute total.

Le pregunté al mesero si gratinaban este plato, a lo cual no pudo responder. "Ya regreso, voy a preguntar", dijo, y pedí una cerveza. Regresó después de diez minutos: "Si usted no desea el queso, se lo quitamos". Asentí y pregunté por la cerveza. "Ya viene", respondió. Después de seis minutos de espera, llegó la bebida, traída por una mesera. Era en lata y sin vaso, por lo que tuve que pedirlo. Esta situación evidenció una falta de protocolos y calidad en el servicio. El vaso llegó, traído por el mesero que nos atendía.

El servicio de los platos

Le solicité que, por favor, los platos llegaran al mismo tiempo. Tardaron entre 20 y 25 minutos en llegar... ¡OH, SORPRESA! Primero llegó el plato del socio, y el mío diez minutos después. "Siga, por favor, no hay problema, yo espero", le dije al socio. Sobre este impase no pude hacer el reclamo, ya que el plato que llegó primero lo trajo otra persona distinta al mesero inicial. Una "estrategia" de mal gusto por parte del mesero para evadir el error y la solicitud que se le había hecho.

El emplatado era aceptable y la carne tenía buen aspecto. Las fallas continuaron: no habían traído los cubiertos. "Ya los traigo", dijo la mesera, y tardaron entre dos y tres minutos en llegar.

Mi anhelado pedido llegó en una cazuela de barro sobre una base de madera redonda. Noté tres aspectos: no venía con el hervor suficiente (debe ser una temperatura un poco más alta); la cazuela tenía asas a ambos lados y, por ende, debía colocarse en posición horizontal y no vertical como lo hizo el mesero (yo le di el giro horizontal); y, por último, los platos se sirven por la derecha y se retiran por la izquierda, lo cual no hicieron.

La cazuela tenía muy buen sabor, una textura balanceada (no muy espesa ni muy aguada), aunque faltaron algunos ingredientes esenciales con un poco más de cantidad para alcanzar el punto ideal. La acompañé solo con arroz blanco, y no pedí ingredientes adicionales ni postre.

La cuenta y el desenlace

Y como decimos: "para rematar", pedimos la cuenta. La trajo otra muchacha muy joven y que parecía recién ingresada al club. Tardó bastante en llegar, entre 20 y 25 minutos. Al socio le entró una llamada y no pudo verificar la cuenta; simplemente entregó su tarjeta y se alejó para atender la llamada. Yo reclamé por la tardanza, me acerqué al cajero y estaban "envolatados" con las cuentas. Pedí la nuestra y, al entregármela y revisarla, les dije que esa no era la nuestra; sin embargo, ya habían hecho el cobro a la tarjeta. No encontraron nuestra cuenta, y me tocó describirles nuestro pedido. En ese instante, llegó el socio. Al darse cuenta de la situación, su molestia fue total. Se procedió a reversar la transacción y a realizar una nueva. El socio quedó con la molestia y la duda de si le habían cobrado las dos cuentas.

Mis comentarios:

  • Una norma básica y obligatoria antes de comenzar la labor (ya lo hemos advertido varias veces) es prepararse adecuadamente en todos los aspectos, como información, organización, presentación, disponibilidad y conocimiento del producto, entre otros, antes de la apertura para el servicio.

  • No es nada profesional ni seguro que un mesero tome los pedidos de memoria o, en caso contrario, los anote mal. Es un error craso.

  •  El entrenamiento para el personal que ingresa por primera vez debe ser esencial, obligatorio, adecuado, claro, muy estricto y ser aprobado. Decir: "en el camino va aprendiendo" no es responsable ni fructífero.

  •  Un sistema moderno y actualizado es obligatorio hoy en día para todas las transacciones monetarias, cobros, facturas, pedidos, etc. Si no se tiene, se está fuera del mercado y ocurren fallas como la presentada.

  •  Cuando se cometen errores y fallas, deben asumirse con toda la responsabilidad y profesionalismo hacia el cliente. No basta con una simple disculpa.

  • Un mal servicio o uno con muchas fallas desvirtúa, opaca y hace pasar desapercibida la calidad de la comida, que al final es la protagonista.

  • Un club de esta envergadura y tradición no merece este tipo de servicio, máxime cuando siempre aparecen las disculpas o la posición defensiva.

📌Calificación (1 a 5): 3.0 ⭐⭐⭐

📌¿Volvería?

Sí, valdría la pena darle una segunda oportunidad.

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