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El Comensal Oculto. Restaurante Nativo

Pasemos a manteles. Nuestra visita se realizó al restaurante NATIVO, ubicado en el hotel FR, calle 29 No. 5-41, tercer piso.
Como el turismo es hospedaje, gastronomía, diversión, cultura, historia, eventos, etc., quise comprobar la experiencia, calidad y servicio de este restaurante en el hotel FR.
Para empezar, la llegada a la recepción no fue la más amable ni agradable. Un simple saludo y nada más.
PRIMERA FALLA: pedí información del restaurante… “Está en el tercer piso, tome el ascensor y cuando se baje, al fondo lo encuentra”, fue la respuesta de la persona en recepción. Poca información… un pequeño laberinto me llevó al restaurante.
SEGUNDA FALLA. Al llegar a la entrada, ningún empleado me dio la bienvenida. Solo había una empleada en el sitio, por lo cual me ubiqué en una mesa para cuatro personas. Es un restaurante en espacio abierto, con una vista hacia las montañas que genera una agradable sensación. Después de 10 minutos, se acercó esta única persona y me entregó el menú; solo atinó a decir: “Buenas tardes.”
TERCERA FALLA. Pedí una sodificada de maracuyá mientras miraba la carta y elegía qué comer. Lo más molesto y desconcertante sucedió mientras esperaba mi bebida… Una empleada estaba barriendo el restaurante, haciendo el aseo en ese preciso instante (1:00 p. m.). No se inmutó, no pidió permiso, no se excusó; barrió alrededor de la mesa donde me encontraba.
CUARTA FALLA Y DESCORTESÍA TOTAL. La verdad, casi me levanto y me retiro del sitio, pero debía comprobar todo y dar una opinión final y real.
Llegó mi bebida, tardó entre 10 y 15 minutos. Presentación y sabor normales. Un plato de mi preferencia es la panceta, por eso la elegí: PANCETA CON REDUCCIÓN DE PLÁTANO. Pedí información sobre este plato, el cual está hecho de tocino barriguero crocante, bañado en reducción de plátano, banano, panela y canela, acompañado de puré de yuca y zanahoria caramelizada. Como su preparación era demasiado dulce, pedí el favor de no poner el plátano como “cama” para la panceta (eso entendí), y que las salsas me las trajeran por aparte. Me dio la impresión de que esta persona no conocía ni estaba segura de la preparación de este plato.
Llegó mi pedido después de 30 a 35 minutos… ¡Oh, sorpresa! No llegó como lo solicité: el plátano como “cama” y la panceta bañada en su totalidad con la salsa base. La presentación, normal. Hice el reclamo y su respuesta fue: “Uy, qué pena, se me olvidó.” No intentó corregir el error con un “permítame lo cambio”, “disculpe mi error” o algún comentario que calmara el enojo que tenía.
“Déjelo así”, fue mi respuesta. Dio media vuelta y se retiró.
QUINTA FALLA Y DESMOTIVADA TOTAL. No pude disfrutar de este plato como quería. Con los cubiertos iba retirando la salsa para poder comerme la panceta, la cual tampoco estaba en su punto: ni crocante ni carnuda. Hostigamiento total. No pude terminar de comerla. Llamé a la mesera para que retirara el plato. Creo que por pena no preguntó por qué no lo terminé. Solo lo retiró y preguntó si deseaba postre.
Pedí el Villa Restrepo. Está elaborado con base de bizcochuelo esponjoso, syrup de fruta y tres leches. Y esta fue la “tapa”, el remate del “no creer”: el postre tardó en llegar a la mesa 40 minutos. Durante este tiempo no llamé a la mesera (además, nunca se dejó ver), no hice reclamo, esperé a ver qué pasaba. Cuando me lo trajo dijo: “No estaba hecho, qué pena.”. Pedí la cuenta y el favor de no tardar. Quería irme cuanto antes.
SEXTA FALLA Y ENOJO TOTAL. MIS COMENTARIOS. Da grima tener una experiencia y vivencia de esta clase cuando se visita un restaurante, máxime cuando se encuentra en un hotel calificado. No hay derecho ni disculpas. Además, mis comentarios sobran: lo vivido da muestras del desconocimiento total de cómo se debe dirigir un restaurante. Falta de todo.
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