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No hay pintura gris que alcance para tapar la verdad

No hay pintura gris que alcance para tapar la verdad

Por Cristhian Acosta Guzmán
*Presidente Unión Patriótica Tolima


Que un alcalde haya decidido taparlo con pintura gris es un reflejo de lo que siempre ha hecho el poder tradicional en este país: intentar borrar lo incómodo, silenciar a quienes exigen verdad, maquillar la barbarie con discursos vacíos y ciudades “ordenadas”.

Pero la memoria no se deja borrar tan fácilmente. Lo que ocurrió con el mural en Medellín, y lo que está ocurriendo ahora con su réplica en otras ciudades del país como Bogotá, Cali, Barranquilla, Neiva, e incluso Ibagué, la capital del Tolima, es la prueba de que el arte puede más que la censura.

El mural no hablaba sólo de las desapariciones forzadas; era un desafío directo a la narrativa oficial del “progreso”, esa que pretende avanzar mientras entierra su memoria y ataca a quienes intentan recordar. Pintarlo de gris no fue sólo un acto de censura: fue un mensaje. Pero el poder no entendió que la memoria no muere con pintura, porque recordar no es un acto pasivo, sino un acto cargado de resistencia.

Cada vez que se intenta borrar un mensaje como este, se multiplica, es la voluntad popular. Lo que comenzó como un grafiti en Medellín, se ha convertido en un fenómeno nacional. Hoy, “Las cuchas tenían la razón” es más que un mural; es una consigna que atraviesa muros, calles y redes sociales.

En Medellín, Ibagué y en otras ciudades, este mensaje recuerda que no hay futuro sin memoria, que no hay justicia sin verdad, y que no hay pintura gris que alcance para tapar la dignidad de quienes luchan por no olvidar.

De nuevo, la juventud se pone al frente, como lo ha hecho tantas veces en la historia de este país. No necesitan títulos ni permisos para alzar la voz, porque su valentía es su mejor argumento. Son quienes desafían al establecimiento con brochas, con gritos, con canciones.

Además, en cada mural, en cada marcha, en cada consigna, le están diciendo a Federico Gutiérrez en Medellín, a Jhoana Aranda y a su secretario de Gobierno en Ibagué, a Carlos Fernando Galán en Bogotá y a los diferentes mandatarios que insisten en ocultar la verdad con violencia, que son ellos los jóvenes, los que están construyendo un futuro donde la verdad no se tape y donde el miedo no tenga la última palabra.

Las cuchas tienen la razón. Y el país que escucha sus gritos no permitirá que el silencio vuelva a ganar y para quienes dedicaron parte de su tiempo en leer esta columna, saben que “Él dio la orden”.

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