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Navidad. Reflexión filosófica
La Navidad es, por cierto, una fecha importante en el mundo occidental. Un día en que se conmemora – de modo convencional - el nacimiento de Jesús, bastión de la cristiandad y la diversidad de iglesias que la componen (“ecclesias” en griego).
Considero necesario referirse – aunque sea lacónicamente - a Jesús, del cual sabemos muy poco (niñez, adolescencia, juventud), pero del cual se ha escrito bastante y muchos lo ubican como el fundamento de concepciones religiosas, espirituales y políticas.
Ahora bien, Jesús el hombre, histórico, real – cuya existencia es reconocida, incluso, por Flavio Josefo, uno de los principales historiadores del judaísmo, doctrina cuestionadora acérrima del denominado “cristianismo” (siglo I d.C.). Ciertamente, su mensaje, su liderazgo, su percepción de la realidad, del universo, de la Vida, lo transforman en un ser admirable. Esto, independiente de que se haya convertido – desde su origen hasta nuestros días- en “propiedad” de mercaderes, sátrapas y explotadores.
Efectivamente, el mensaje de Jesús, su pensamiento y su acción, apuntan hacia la conversión y la consolidación de hombres nuevos, de seres verdaderamente libres, auténticos, hombres aptos para construir comunidades humanas donde la justicia y la bondad sean la base de las relaciones sociales, donde cada uno tenga el derecho a vivir en plenitud y amor, donde el deber no represente una obligación ni una imposición, sino que se cumpla con sencillez, prontitud y alegría.
Sin duda, es un mensaje fascinante, sublime, esperanzador, que genera ánimo, voluntad y bríos por alcanzar.
Por lo pronto, la Navidad, el nacimiento, la incorporación al mundo humano de un ser universal, especial, amerita recuperar, actualizar o, mas bien, vivenciar y concretar efectivamente tan luminosa concepción de la vida.
Jesús, llamado por sus epígonos, el Cristo, es decir, quien indica y conduce por el sendero de la libertad, el amor y la justicia, impulsa a ser no meros seguidores, sino quienes posibiliten construir y hacer florecer la existencia de seres verdaderos, para los cuales la justicia no sea un sueño, sino la realidad.
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El mundo presente requiere, con urgencia, de hombres y mujeres capaces, con el suficiente conocimiento y la sensibilidad para permitir que este desordenado mundo se transforme en uno crecientemente mejor, más evolucionado y equitativo, que acoja y considere igualitariamente a todos quienes habitamos temporalmente esta realidad.
Por tanto, que la Navidad, que este día nos haga reflexionar en su auténtico sentido, para que seamos protagonistas - ¡todos y todas! – en la construcción del mundo que anhelamos y necesitamos.
¡La Vida es Ahora y, por consiguiente, Ahora es el tiempo de ser mejores hijos, mejores padres, mejores ciudadanos, mejores líderes y mejores seres humanos!
“La navidad no puede ser sinónimo de consumismo, sino manifestación del Amor “. José Antúnez P.
“El niño es inocencia, libertad, creatividad y amor; la niñez es la auténtica condición humana”. F. Nietzsche.
“Las únicas personas realmente ciegas son aquellas que no tienen navidad en su corazón “. Hellen Keller.
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