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La quiebra del Estado

La quiebra del Estado

Por: Edgardo Ramírez Polanía
Doctor en Derecho


La corrupción ha sido la causa de la quiebra de los Estados por la mala conducta de apropiarse de los dineros públicos que generan daños a sus  economías y han dado lugar a plataformas electorales de los partidos políticos, pero su ineficacia se ha convertido en obstáculo para el normal funcionamiento de los sistemas democráticos.

El impacto de la corrupción se observa diariamente en las compras del Estado, las transacciones rutinarias burocráticas, los fallos judiciales amañados, el beneficio legislativo a sectores que han convertido la salud, la educación y los servicios públicos en un negocio y donde las actuaciones administrativas se han convertido en prácticas de sobornos como acontece con la privatización y las concesiones, en que los agentes privados mediante coimas influyan en decisiones públicas. 

La característica del uso indebido de los recursos del Estado, ocurre de manera previamente acordada y clandestina mediante el abuso de las normas legales, en secreto y con encubrimiento entre las personas involucradas que hacen parte del poder político, forman la impresión que no existe un equilibrio en las decisiones judiciales, que se expiden no propiamente conforme al reglamento y que los intereses políticos están por encima de la búsqueda del bien común, deteriora la relación entre la justicia, los políticos y los ciudadanos.

Esas conductas arbitrarias han hecho que aparezcan nuevas concepciones del manejo del Estado que han causado  enfrentamientos entre las distintas facciones políticas, que no se hacen sobre ideas sino sobre del descrédito del uno sobre el otro y no para salvar un cierto sistema político y social de la vida humana que es precisamente, el único aceptable, el único normal, el único que se acomoda a la condición de los hombres, al imperativo biológico de las jerarquías, de los desniveles dentro de la sociedad.

Esa abusiva manera de algunos sectores políticos obedecen al unanimismo que es incompatible con las democracias, el  caudillismo del personalismo hipertrofiado de quienes ejercieron el poder y desean continuar imponiendo sus costumbres políticas, no en beneficio de la sociedad, sino de grupos económicos y que ha hecho que sus seguidores actúen de igual manera como un vicio de la política  nacional.

Ese modo de pensar equívoco es utilizado por los medios televisivos, la radio colombiana y el voz a voz de los portadores del desastre se han encargado de atizar la hoguera haciendo eco del un hundimiento nacional para que las personas obren sin control apoderadas por el miedo que es una conducta inducida por aquellas personas interesadas en crear el caos, con fines perversos políticos y económicos.
 
Esas conductas han sido definidas por los sociólogos como conductas colectivas ejecutadas por un grupo de personas que comparten un interés común y manipulan a las mayorías a través de los medios de comunicación para que el pánico se apodere de ellas, se formen volubles, altamente espontáneas, emocionales y fácilmente sugestionables de los planes negativos y repetitivos que causan desequilibrios con serias repercusiones negativas en la economía y el desarrollo social. 

El despilfarro ha sido también una de las razones de la quiebra de los Estados. Un ejemplo fue el gobierno de Juan Manuel Santos. Entre 2011 y 2017 el gasto de funcionamiento que también incluye gastos generales o transferencias pasó de $81 billones a $133 billones. La deuda externa en ese gobierno ascendió a sumas jamás vistas de US $126.517 millones de dólares en junio de 2018 y en el proceso de paz se gastaron 37.1 billones. 

Posteriormente en el gobierno de Iván Duque del 2018 al 2022, la corrupción continuó y antes de terminar ese mandato se vendieron el 67% de las reservas del oro del país a través del Banco de la República por papeles representados en bonos.

El actual gobierno no escapa a la corrupción debido los escándalos por sobornos de sus funcionarios en los sobre costos de la compra de carro tanques de la Ungrad por $ 46.800 millones para suministrar el agua a municipios apartados del departamento de la Guajira.
 
El país se encuentra en crisis política pero no económica, no obstante el mal uso de los recursos públicos durante décadas, que requiere castigos severos para los ladrones del erario, atracadores y demás delincuentes. 

Sólo así, podremos avanzar en la reconstrucción social sin resentimientos y sin el llamado a que la democracia se acabe por el odio, sino que debemos continuar por el sendero del esfuerzo común para un país mejor.

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