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La democrática "participación" popular y el mesiánismo político-electoral en Colombia

La democrática "participación"  popular y el mesiánismo político-electoral en Colombia

 

Opinión

 

Por: Julio César Carrión Castro

La puja electorera en Colombia, en términos generales, se da en gracia a la continuidad de la dominación oligárquica, de los viejos y nuevos gamonales y terratenientes, herederos directos del sistema de las ecomiendas y el repartimiento de indígenas, así como -más recientemente- de las clientelas atrapadas por las organizadas mafias de contratistas del Estado. 

Los deshonestos empresarios del capital industrial y financiero, -solapados promotores del paramilitarismo, el narcoterrorismo y el exterminismo social-, de supuestos líderes "sociales", reinsertados pragmáticos del sistema y algunos farsantes, trepadores y simuladores que haciendo uso del reconocimiento popular a su "carisma",   empleando un lenguaje  vinculante y "participativo" logran ganar el fervor popular...

Dicha sumisión y acatamiento popular puede depender directamente de una constelación de intereses, o sea de consideraciones utilitarias de ventajas e inconvenientes por parte del que obedece; o puede depender también de la mera "costumbre ", de la ciega habituación a un comportamiento inveterado, o puede fundarse, por fin, en el puro afecto, en la mera inclinación personal del súbdito"...

La burocracia constituye el tipo técnicamente más puro de la dominación legal. Sin embargo, ninguna dominación es exclusivamente burocrática. En Colombia las huestes de votantes están subordinadas, más que a promesas electoreras, a las dádivas inmediatas, es decir, a lo que se conoce como "compra de votos".

Con respecto a la dominación tradicional de carácter patriarcal-patrimonial, tan conocida en todo el ámbito latinoamericano, y muy específicamente en el colombiano, proveniente  del régimen señorial-hacendatario, con sus mesnadas de súbditos y clientelas, subordinados y  supuestamente amparados por un patrón o gamonal, que los moviliza a su entero antojo, voluntad y discreción, siendo sus seguidores obsecuentes, disciplinados y acríticos, casi que como obedeciendo a un mandato religioso. No en vano estos subordinados electores dan sus líderes y caudillos  connotaciones salvíficas, milagrosas y mesiánicas.

 

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