Opinión
Educación y comunicación
La educación en América Latina ha estado marcada por el interés del estado de cumplir con la deuda histórica de la cobertura. Aunque la expansión ha sido considerable, el deterioro en la calidad de la enseñanza ha multiplicado el número de los analfabetos funcionales: personas que saben leer y escribir, pero que no entienden ni lo que leen ni lo que escriben. Según el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), tan sólo en Bogotá, el 44% de la población mayor de 15 años se declara abiertamente como no lectora, y el 56% de ellos dicen que no lo hacen simplemente porque no les interesa.
Según UNESCO, América Latina es la región con mayores porcentajes de fracaso escolar en el mundo debido a la persistencia de altas tasas de repetición y, especialmente, a la deserción escolar, en los que la clase social, la condición indígena y la zona de residencia se convierten en los vectores principales por donde pasan las inequidades.
Más allá de las dificultades, el modelo de comunicación pedagógica de la escuela tradicional, hoy sigue identificado con la transmisión de contenidos memorizables y reconstruibles, en un mundo en el que los jóvenes son atravesados por culturas digitales que les ha permitido desarrollar habilidades comunicativas transmediales.
Las audiencias jóvenes se han fragmentado, no existen como lectores pasivos, saltan de una plataforma a otra y son tanto consumidores como productores de contenido (prosumidores); han aparecido conceptos como el alfabetismo digital, alfabetización mediática, que según la Comisión Europea es “la habilidad de acceder a los medios, entender y evaluar críticamente los distintos aspectos de los mismos y sus contenidos y crear comunicaciones en una gama de contextos” y el alfabetismo transmedia que se manifiestan en habilidades para jugar, interpretar, apropiar, juzgar, navegar, negociar, tomar decisiones y actuar: los jóvenes han cambiado. La comunicación en la escuela, no.
Youtube, por ejemplo, se ha erigido como una plataforma donde las competencias transmedia se desarrollan fuera del aula. El aprendizaje de los jóvenes depende cada vez menos de los adultos. Si alguno quiere ver cómo se soluciona una ecuación o simplemente cómo hacer una pizza, acuden a las redes. Sin duda, el sistema tradicional de emisión ha mutado a un nuevo entorno donde las viejas razas de medios (radio, cine, televisión, libros, etc) y el aula de clase, tienen que competir con Youtube, twitter, Facebook y otras redes.
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¿Ante esta realidad, vale la pena preguntarse cuáles son las habilidades comunicativas transmedia de los jóvenes escolares que deben ser tenidas en cuenta en el modelo comunicativo de la escuela? ¿Qué modelo pedagógico debe diseñarse a partir de estas habilidades? ¿Cómo quieren aprender los jóvenes? ¿Cómo quieren ser enseñados? ¿como enseña la escuela? ¿es el modelo comunicativo de la escuela el más adecuado dadas las rupturas y transformaciones del contexto y la cultura del entorno?
En tiempos de pandemia, los profesores han sentido el rigor de los cambios comunicativos y desde la academia, ya existen investigaciones alrededor del tema, la pregunta es entonces, las secretarías de educación locales están proponiendo caminos o simplemente la discusión es si se mantienen las clases remotas o damos un paso a la alternancia.
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