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Cultura: en eterna cuarentena

Cultura: en eterna cuarentena

Si. En Colombia, la cultura es un escarabajo estercolero. Leyó bien. Hablo del insecto, coleóptero para más señas, que se alimenta de boñiga o estiércol. No se puede entender de otra forma que en el presupuesto nacional de 270 billones de pesos, el presidente Duque, amo y señor de la dichosa economía naranja, sólo destinara 340 mil millones a la cultura: el 0,12%. 

En nuestra región ocurre lo mismo. El departamento del Tolima tiene un presupuesto de 845 mil millones de pesos… a la cultura, que ni siquiera es secretaría sino una dirección adjunta a la secretaría de educación, le asignaron cerca de 5 mil, (0,6%).  La alcaldía de Ibagué tiene un presupuesto de 666 mil millones de pesos, a la secretaría de cultura, turismo y comercio, sumando la estampilla procultura, sólo le asignaron 3.314 millones (el 0,5%).

A los gobernantes, la cultura le importa un verdadero carajo. Quizá la mencionen en los discursos, hablen de la importancia de los valores culturales como motor del desarrollo y hasta se cuelguen en el discurso de la economía naranja, pero la verdad se ve reflejada en los presupuestos. La cultura siempre ha estado en cuarentena: encerrada y abandonada en el cuarto de los trebejos.

Ser artista, gestor cultural, defensor de la memoria o simplemente un obrero de la cultura, de los valores, del folclor, de la historia, de la posibilidad de hacer de nuestra manera de ver el mundo un elemento diferenciador en este mundo globalizado, es un acto de fe. Y en medio de la crisis, de lo primero que echaron mano fue de la cultura. Los proyectos para el patrimonio que hacían parte de la convocatoria nacional de Mincultura, fueron suspendidos por orden del presidente y sus dineros, orientados a la crisis. Lógico, dirán algunos. Sin embargo, la pequeñísima plata de la cultura, termina, como en tiempos de Agro ingreso seguro, en préstamos para los grandes productores, los dueños de la tierra y con acceso a otras vías de financiamiento, porque los pequeños productores, los campesinos, los que están en datacrédito por no pagar a tiempo los préstamos porque los intermediarios se quedan con todo, porque las grandes superficies les pagan a 180 días, a esos, no les llega la plata. Les llegara, uno quedaba al menos un poco más tranquilo.

Sin dinero para apoyar el teatro y la danza, para comprar libros que promuevan la lectura como elemento clave de la educación, sin dinero para la música y para todas las artes, que promuevan la diversidad, el respeto, la tolerancia, a nuestro pueblo sólo le queda el reguetón (no se me molesten los reguetoneros) y el aguardiente (que no se molesten en la Fábrica de Licores del Tolima, ni los de Néctar que invadieron nuestro mercado).

Y ni hablar de la crisis actual. Los músicos de la coral, los cantantes de bar, los pintores de andén o los de caballete, los teatreros, los cuenteros, pasan por un momento bastante difícil. Tengo entendido que la Alcaldía prepara ayudas para ellos. Aplaudo el esfuerzo. Lo necesitan más que nunca. Pero cuando todo acabe, porque algún día acabará, ojalá los gobiernos dejen de dar limosnas y se comprometan con un proyecto cultural de largo plazo, que promueva el turismo, que atraiga la inversión. Que destinen más y mejores recursos. Que dejen el discurso de la importancia de la cultura y hagan de la cultura algo importante en sus administraciones.

Por: Carlos Pardo Viña, Escritor y periodista.

 

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