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Algunos Ocobos ya se despiden

Algunos Ocobos ya se despiden

Por: Óscar Viña Pardo.


Una de las cosas que más me encanta de finales de agosto y principios de septiembre es el cambio de color en Ibagué. Sus calles y avenidas se tiñen de colores, donde prevalece el rosado, aunque también aparecen el blanco y el amarillo.

Nos enorgullece esta primavera urbanística. Lo sé porque en los perfiles de redes sociales de muchos amigos aparecen esas fotos de los más de 10.500 árboles que se extienden por toda la ciudad, especialmente en barrios como La Pola, Belén, Cádiz y el parque Centenario, y ahora también a lo largo de la variante Ibagué–Bogotá.

Este año el sol ha sido inclemente. La lluvia ha sido escasa, y la ciudad soporta una oleada de calor con temperaturas superiores a los 30 grados. Pero los ocobos alivian de alguna manera esos días agotadores.

Se nos ha olvidado contemplar el entorno. Los ocobos, con sus flores cayendo minuto tras minuto, nos muestran que todo es cíclico: la vida florece, pero también se desvanece. Los árboles, desnudos después de su esplendor, nos susurran que hay un tiempo para nacer y otro para morir.

Según la Corporación Autónoma Regional del Tolima, Cortolima, estos tapetes rosados —testigos de nuestra primavera— se viven con mayor intensidad en las comunas nueve, con un inventario para 2022 de 2.600 ocobos. Le sigue la comuna ocho con 1.400 árboles y la diez con cerca de 1.200.

Esta semana, mientras la música inunda la ciudad, siento que le estamos dando una serenata a Ibagué. Sin importar el género musical, somos testigos de esta primavera que abrazan rockeros, románticos, boleristas, andinos... Todos comprendemos que la ciudad necesita eventos culturales y deportivos de alta calidad, que permitan a quienes nos visitan hablar de Ibagué como una ciudad encantadora, un territorio donde la naturaleza es protagonista. 

Este 16 de septiembre adornaré mi perfil con los ocobos. Ese día será como el cumpleaños del árbol que nos identifica como ibaguereños, el árbol que nos invita a soñar y nos recuerda que, siempre, habrá un mañana.

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