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Análisis

La clase inútil

La clase inútil

Por Jaime Andrés Chica.

La simplificación de trámites y la sustitución de una amplia gama de profesiones por robots e Inteligencia Artificial –IA– es una idea que asusta a muchos y emociona a otros. Es un destino certero que nadie discute y pone en duda. Habrá mayor riqueza, mayor desigualdad y una tasa de  desempleo que desborda lo incomprensible. No obstante, cabe formularse una serie de preguntas: ¿qué será de aquellas personas que serán dueñas de la tecnología? ¿Qué será de aquellas personas sustituidas por robots? ¿Habrá una clase totalmente rica y útil? ¿Habrá una clase totalmente pobre e inútil? Todas estas preguntas se las plantea Yuval Noah Harari, en los tres libros de divulgación científica más interesantes y exquisitos de estos momentos – Sapiens: De animales a dioses, Homo Deus y 21 lecciones para el siglo XXI – 

La sofisticación de algoritmos en las áreas de la medicina, las ventas, la información y el transporte, es uno de los mayores peligros para el curso de estos oficios; pues bien, desde la medicina ya es posible no visitar al médico ante la presencia de determinadas enfermedades. Solamente es necesario tener a la mano una aplicación en el smartphone que contenga toda la información médica actualizada del paciente y ante la presencia de malestar o algún síntoma adverso, se dirige a la aplicación, selecciona los síntomas que presenta y voilà: esa aplicación que contiene toda la información médica actualizada hasta el momento –enfermedades existentes, medicamentos, contraindicaciones, etc..-comienza a correr datos de una manera excesivamente rápida  y arroja un diagnóstico; le suministra una serie de medicamentos y le sugiere que medicamentos son recomendables para el paciente, además conoce detalladamente los medicamentos a los que el paciente es alérgico. Sin duda, aplicaciones de ese estilo tienen más información y son más precisas que un médico humano que no tiene en la cabeza todos los medicamentos existentes del mundo y no es exacto en los diagnósticos. En esta medida, la profesión de los médicos tiene una amenaza. 

Las ventas y el mercado de valores no se escapan al ultimátum informático. Los corredores de bolsa ya dependen y confían más en programas rápidos y más agiles que su mente para detectar caídas del mercado en cualquier rincón del mundo. La información y atención al cliente con la sofisticación de algoritmos se vuelve tan precisa que es difícil diferenciar una llamada o chat entre un humano o un robot. Y en el transporte, el automóvil sin conductor se vuelve más seguro, debido a que, el automóvil no sufre de microsueños, no se embriaga, y por medio de sensores magnéticos detecta distancias en las cuales hay que detenerse para no chocar. 

En concordancia, el avance de la tecnología además de realizar mejor las actividades que desempeñamos los humanos y volvernos inservibles, creará humanos mejorados. La revolución informática en la medicina luego de conquistar y curar todas las enfermedades existentes que padecen los humanos, no se enfocará ya en la obsoleta actividad de curar enfermedades, sino más bien, en volver a los humanos Amortales –prologar el estado de vida por muchos años–  No obstante, el punto es que, este estado de vida solamente la podrán disfrutar una elite que tiene la capacidad de comprar la tecnología de la eterna juventud y lucidez. En el futuro estado de la sociedad, no solo habrá brechas de desigualdad en riqueza, sino también, brechas de desigualdad biológica. Se expondrá ¡El nacimiento de una casta superior lucida y una casta inferior e inútil!; ¡El desplazamiento del Homo Sapiens por el Homo Deus!

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