Aunque parezca insólito, es una realidad abrumadora que estudiantes, docentes y administrativos de la universidad pública, tengan que marchar para exigir los derechos a que tienen derecho. Cacofónico pero cierto.

Es absurdo que un país con tantos problemas sociales, con una brecha de desigualdad abismal; piense siquiera en invertir billones de pesos en fortalecer el armamento aéreo, antes que pensar en temas que beneficien a los ciudadanos. ¡Parece un cuento, pero es realidad! Y es tan preocupante la situación que hace 15 años se ubicaba la inversión a la universidad pública, en cerca de 10 millones por estudiante, hoy este promedio está por los 4 millones, con el agravante que se ha triplicado la cantidad de alumnos. Sumado a ello la corrupción que permea todo lo público ha tocado las puertas de la educación superior y la ha desangrado hasta dejarla al borde del colapso.

Este gobierno se ha negado a mejorar la situación y por el contrario, en la presentación del presupuesto nacional (2019) le dio prioridad a otros sectores (defensa nacional) y ubicó en lugares de poca importancia el fortalecimiento financiero de la universidad pública. Las instalaciones de las universidades públicas del país están en pésimo estado. Por ejemplo, en la emblemática y más importante universidad de Colombia, la Universidad Nacional, el edificio de la facultad de artes está a punto del colapso. Situación que sin temor a equivocarme se repite tristemente en todas  las universidades públicas de nuestra nada nación.

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Al gobierno del Presidente Iván Duque, parece no importarle la crisis en la educación pública universitaria. Se han dedicado a minimizar el problema y a poner el odioso retrovisor para lavarse las manos y no asumir responsabilidades. Tan crítico es el asunto, que el presidente del senado, el “honorable” Ernesto Macías, cortó abruptamente el uso de la palabra a Jennifer Pedraza, líder de la Asociación Colombiana de Representantes Estudiantiles de la Educación Superior, mientras ilustraba a los senadores de la agobiante situación de la universidad pública. ¡Imagínese tal desfachatez e irrespeto en el salón de la democracia!

Así las cosas, el panorama parece no mejorar y conforme pasan los años, la crisis se profundiza y la luz al final del túnel se desvanece por falta de interés del gobierno nacional en remediar de una vez por todas, la crisis de la universidad pública en el país.

Resta entonces seguir en pie de lucha para defender la educación superior para todos.