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Guardando gotas y kilovatios: La clave para un futuro sostenible
Por Jonathan Ortiz - Geólogo
En medio de los exuberantes paisajes de Colombia, donde los ríos serpentean y las montañas se alzan majestuosas, existe un desafío silencioso pero urgente: el almacenamiento de agua y energía. A menudo, damos por sentado que estos recursos estarán disponibles cuando los necesitemos, pero la realidad es más compleja.
Colombia es un paraíso acuático. Nuestros ríos, lagos y cascadas son un tesoro natural. Sin embargo, la irregularidad de las lluvias y la falta de infraestructura adecuada para almacenar agua nos deja vulnerables.
En tiempos de sequía, los embalses se vacían, los cultivos languidecen y las comunidades sufren. Esta situación es especialmente apremiante en el contexto actual, donde el cambio climático y el crecimiento poblacional han exacerbado los desafíos.
La deficiencia en la capacidad de almacenamiento de agua y energía en Colombia es un desafío crucial que afecta nuestra seguridad energética y la disponibilidad de recursos hídricos. A pesar de ser un país rico en agua, enfrentamos obstáculos significativos en la gestión y almacenamiento adecuado en términos hídricos y energéticos.
Por esta razón, Colombia debe abordar tanto la gestión del agua como el almacenamiento de energía, con el objeto de enfrentar variabilidades climáticas y garantizar un suministro constante.
Almacenar el exceso de energía generado durante periodos de alta producción y liberarlos cuando la producción es baja se hace necesario, en la búsqueda de múltiples fuentes de energía, nos encontramos con el hecho que sin almacenamiento la energía renovable podría desperdiciarse o no estar disponible cuando sea necesario.
Así las cosas, sin suficiente almacenamiento, la producción inicial puede ser inútil si no podemos conservar y distribuir adecuadamente los recursos.
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