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El populismo del desgobierno hurtadista

El populismo del desgobierno hurtadista

Por: Marco Emilio Hincapié Ramírez 


Acudir a soluciones simples para problemas complejos es una de las máximas en cualquier modelo populista. A partir de lo superfluo, de lo vago y lo supuestamente obvio, los populistas buscan seducir a las masas con el único objetivo de obviar la necesidad de solucionar problemas urgentes. 

Desde hace cuatro años, Ibagué es víctima de un populismo criollo en donde el circo se impone sobre el pan: mientras la ciudadanía padece hambre a causa de la falta de empleo y oportunidades, el “hurtadismo” se preocupa por hacer del presupuesto público la caja menor de su proyecto político. 

La actual alcaldesa y fiel discípula de Hurtado, es experta en simplificar problemas históricos y complejos de nuestra ciudad. Por eso, en sus primeros cien días de gobierno, lo más común ha sido la explotación de las emociones y los temores de los ibaguereños para ganar apoyo político. Una estrategia muy gobeliana. 

¿Para qué llevar a niños y niñas ibaguereños a un encuentro directo con la dura realidad que se vive en las cárceles de nuestro país? Según Aranda y sus argumentos, con ello se busca alejar a los jóvenes del delito y advertirlos sobre las consecuencias de pertenecer al hampa.

No obstante, esa terapia de choque, propia de las dictaduras más famosas de la historia, y puesta de moda nuevamente por la extrema derecha salvadoreña, es, más que ineficiente, una tortura psicológica para nuestros niños y niñas. Muchos de los delincuentes hoy condenados y que pagan sus penas en las cárceles, ya conocían de las consecuencias, previo a cometer los delitos.

Justamente, la Organización Mundial de la Salud, en diversas oportunidades, ha expresado una enorme preocupación por el uso de terapias de choque (o aversión) en niños, niñas y adolescentes. Además de calificarlas como ineficaces, la OMS indica que son métodos éticamente cuestionables y pueden tener efectos dañinos a largo plazo en el bienestar psicológico y emocional. 

Así que, en lugar de trabajar para disminuir la pobreza, fortalecer el sistema educativo e implementar programas de promoción y prevención del delito y del consumo de sustancias psicoactivas, la alcaldesa Aranda prefiere generar traumas psicológicos a los niños, niñas y adolescentes, maquillando la aporofobia con “pedagogía del ejemplo”. 

Puede que la alcaldesa Aranda se ufane de sus modos y abuse de la propaganda, pero su simplismo y estrechez de miras se convertirán, poco a poco, en otra causa más del atraso de Ibagué. En definitiva, nuestra ciudad no está siendo gobernada con sentido social y amor por su gente.

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