Por Cristhian Acosta Guzmán - Presidente de la Unión Patriótica Tolima

En un país como Colombia, donde las tensiones políticas y sociales son el día a día, no sorprende ver marchas en contra del gobierno nacional. Recientemente, la marcha del 21 de abril contra el gobierno del presidente Gustavo Petro generó todo tipo de críticas, pero su mensaje y sus motivaciones merecen una mirada más allá de la superficialidad.

Lo primero que salta a la vista es que estas marchas no son nada nuevo. Desde tiempos inmemoriales, aquellos que se sienten descontentos con las decisiones políticas han salido a las calles para expresar su malestar, tal como se hizo en el 2019 y 2021 en el Gobierno del ex presidente Iván Duque.

Pero, ¿qué hay de nuevo en estas manifestaciones? Lo que realmente llama la atención es la persistencia de la insatisfacción, incluso cuando se trata de un gobierno que ha sido elegido democráticamente y que trabaja por el bienestar de todas y todos los colombianos.

Esta insatisfacción crónica es en gran medida el producto de estructuras, sociológicamente hablando, que han sido incubadas por la extrema derecha y con el beneplácito y la complicidad de un gran sector que dice llamarse de Centro en Colombia. Durante décadas, estas fuerzas han moldeado la mentalidad de una gran parte de la sociedad, inculcando el miedo al cambio y la resistencia a cualquier idea que desafíe la voluntad de quienes históricamente han fungido como dueños del poder.

Es hora de reconocer que estas marchas no son simplemente expresiones legítimas de descontento, sino más bien síntomas de un problema más profundo en la sociedad colombiana. Es una demostración en gran medida de lo que se conoce como un entramado político y mediático. Es una demostración tácita de la manipulación deliberada de la opinión pública por parte de los sectores tradicionales en alianza con “medios de comunicación” parcializados y garantistas del statu quo.

“El próximo 1 de mayo cobra una importancia crucial como espacio de movilización y resistencia frente al embate desestabilizador de los sectores tradicionales”

Detrás de esta campaña de desinformación, subyacen intereses económicos y políticos que se resisten al avance del proyecto de transformación social y económica liderado por el Presidente Gustavo Petro.

Es necesario, por tanto, desenmascarar esta estrategia histórica y perversa que pretende confundir a un sector del pueblo colombiano y deslegitimar al gobierno popular. La sociedad debe ser consciente de los verdaderos intereses que se esconden detrás de los ataques mediáticos y políticos, y debe rechazar cualquier intento de manipulación que amenace, no al gobierno, sino la estabilidad democrática y el progreso social.

En este sentido, el próximo 1 de mayo cobra una importancia crucial como espacio de movilización y resistencia frente al embate desestabilizador de los sectores tradicionales. Es imperativo que los sectores populares salgan a las calles para defender las reformas del gobierno y reafirmar su apoyo a un proyecto político que busca construir una Colombia más justa e inclusiva.