Al ingresar al plantel en aquellos años, lo primero que se encontraba era un cuadro del general Santander, fundador del colegio, otro de José Martí, el llamado apóstol de la revolución cubana y una efigie del Che. Ahora, estas figuras fueron remplazadas por la virgen del Carmen y las oraciones religiosas que se encuentran pegadas en todas las paredes y salones, pidiendo milagros, favores y acciones de gracia. “Se parece más un convento de monjas de clausura o un monasterios, que el rebelde, libre y combativo San Simón que conocimos”, nos dice el amigo.

Esta añoranza nos hizo recordar aquel ilustre colegio donde se formaron Manuel Murillo Toro, en 1864, presidente de Colombia y quien revolución comunicaciones y vías en su época en nuestro país, el general Gabriel Paris, integrante de la junta militar que derrocó a Rojas Pinilla en 1957, a figuras como el jurista Nicolás Esguerra y el historiador Aníbal Galindo, otro de los hombre preclaros del país.

Y a mediados del siglo pasado, una pléyade de juristas que ocuparon altas dignidades en Cortes y el concierto nacional como: Alberto Camacho Angarita, Carlos Peláez Trujillo, José Ignacio Narváez, Simón de la Pava Salazar, Cesario Rocha Ochoa, y luego dirigentes como: Guillermo Angulo Gómez, Rafael Caicedo Espinosa, Ariel Armel Arenas, y el anyerior gobernador Luis Carlos Delgado Peñón, entre otros.

Estos egresados ponen un puntaje alto, según lo recuerda el amigo de las añoranzas, y pensar que el rendimiento académico se estancó por varios años, que centros de estudio como la Academia Manuel Antonio Bonilla desapareció, y que San Simón no es el que era hace más de 45-50 años.

Esperamos que estos nubarrones pasen pronto y que el colegio fundado por Santander hace 194 años, vuelva a recuperar su vocación de figurar en los primeros lugares de la inteligencia de la región y Colombia.

Ojalá que los futuros egresados de San Simón, salgan con el ímpetu de dirigir al departamento y el país, y no con vocación de anacoretas.