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Opinión

Volví a ver al Tío Conejo

Volví a ver al Tío Conejo
Por: Víctor Sánchez

 

[LetraCapital Letra="T"]ermina un inusual  temporal : el Noveno Festival Internacional de Títeres del colectivo Tolima Fantástico y el primer Festival Municipal de Teatro organizado por el Consejo Municipal de Teatro, patrocinado por la Secretaría de Cultura de la Alcaldía de Ibagué.

 

Sucede que cuando se habla de teatro, hay personas que se confunden y creen que el teatro es  solo el edificio antiguo y en  desuso, con platea y palco, con un foso y una tramoya, ubicado  en la carrera tercera de la Ciudad Musical.

 

Estos eventos donde participaron 17 grupos, demuestran que este arte vivo y efímero  se consolida como un movimiento cultural, y  hasta se dan el lujo  de prescindir de ese bien de interés cultural construido y adecuado para la práctica de las  artes  escénicas, como lo es el Teatro Tolima.

 

Con sus luces, máscaras  y muñecos los actores y actrices hicieron más de cuarenta presentaciones,  recorrieron salones comunales, barrios y veredas, bibliotecas, parques  y escuelas, con el mérito de avanzar  hacia una gestión colectiva que ojalá no sea temporal  y  fortalezca su estabilidad grupal con  mejoras significativas en la producción de espectáculos y montajes teatrales.

 

Y se proponen mucho más. Para llenar la caja vacía de la memoria cultural , invocan personajes  olvidados  como el titiritero de Villarrica, Hugo Álvarez conocido en el país por los años  sesenta y setenta  como el Tío Conejo, en un gesto  urgente y necesario de reconocimiento del aporte del Tolima a las artes escénicas del país.

 

Al Tío Conejo lo conocí meses antes de su muerte, en un Festival Internacional de Teatro de Manizales. Nos lo presentó  Olga Galeano, una impetuosa mujer, que por la época creó, gestionó y dirigió el Centro Cultural y Cine Club Roberto Ruiz Rojas, un combo de amigos del arte que se erigió  como símbolo de la resistencia cultural  frente al cierre de la Escuela de Bellas Artes. Nosotros íbamos con el Grupo de teatro y títeres Espiral de la Universidad del Tolima y por supuesto fuimos a saludarlo.

 

Allí en Manizales, Olga lo encontró enfermo, cansado y sin ilusiones. Con el inmenso  espíritu solidario que la caracteriza, gestionó su traslado a Ibagué, lo acogió en su apartamento  y  con esa cofradía amigable de artistas e intelectuales le brindó apoyo para superar  sus quebrantos de salud.

 

Al Tío Conejo, me pareció  verlo una noche de estas del festival; en una  presentación del  grupo de Títeres Rompekabezas del Ecuador con   la  maestría actoral  de Marcelo Cruz y su compañera Belén Vásquez, una joven pareja de actores  que recorre Latinoamérica contando divertidas  historias con una destreza artística especial  para manipular hermosas marionetas y graciosos  muñecos   jetones y cabezones; esa noche volví a ver  al olvidado  titiritero tolimense.

 

Estamos endeudados con la historia del Teatro en el Tolima. El reto está en confeccionar un buen  traje   con las telas de hoy, los retazos o los trapos   de ayer y los hilos y botones  del futuro.

 

Es justo y necesario  pedirle cuentas a la   memoria, buscar  los testamentos, leer las escrituras, recorrer los predios y salvar esa herencia cultural. Por ahí anda  todavía Jaime Mejía, creador de los Festivales  Estudiantiles  de Teatro y Títeres, en el  recuerdo  de sus discípulos.

 

Hacer  un  llamado de atención  de las instituciones educativas y culturales, porque no aguanta dejar en el olvido una de las expresiones artísticas que más  aportes brinda a la cultura universal y  que hoy es recomendada por la pedagogía en todos los procesos de aprendizaje significativo por su contribución a la formación de ciudadanías activas.

 

Un niño o niña que practica el teatro de títeres  desde la escuela, es probable que no llegue a ser una estrella en los medios audiovisuales contemporáneos, como lo querrán sus padres, pero conocerá una forma divertida  y recreativa  de acceder al conocimiento,  sus vivencias se amplían, su imaginación y creatividad  se estimula al igual que sus  destrezas, habilidades o capacidades comunicativas, tan necesarias cuando sean mayores.

 

Entonces es clave priorizar  la práctica teatral en nuestro medio, contribuir  para que  eventos que ayudan a la formación de público, como el  Encuentro Nacional de Escuelas de Teatro se les brinde financiación, hacer operativas la doble jornada escolar  en donde sea posible la práctica   de todas las expresiones artísticas, que exista una política de promoción cultural permanente, ya que no  es tiempo de excluir ni de   olvidar, es tiempo  de vivir, de  vestirnos de  color, de levantar la voz y de saltar a la escena.

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