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Opinión

¿Vicepresidencia para qué?

¿Vicepresidencia para qué?

Por Carlos Alberto Estefan Upegui  - Exgobernador del Tolima


No es porque use un helicóptero para sus desplazamientos, o haya querido mejorar la dormida de los empleados de la casa de huéspedes en Cartagena comprando almohadas de plumas de pato, ni porque sea negra, argumentos que se han utilizado en su contra, pero que no caben en un análisis serio y objetivo.

Me refiero a Francia Elena Márquez Mina quien cuenta con muchos méritos personales. Nacida en Suárez, Cauca, el 1 de diciembre de 1981 líder social. Activista medioambiental, defensora de derechos humanos, feminista, abogada, y política colombiana quien desde el 7 de agosto de 2022 es la vicepresidenta de la República, segunda mujer en ocupar esa dignidad y la primera de origen afrocolombiano, caso excepcional con hechos muy importantes para destacar.

Oriunda de una de las regiones más empobrecidas del país, creció en Suárez,  Cauca y con su votación se puede afirmar con certeza que ayudó a ganar las elecciones presidenciales, pues los resultados electorales en la consulta del Pacto Histórico en representación del partido Polo Democrático Alternativo quedó segunda después de Gustavo Petro.

“Mi candidatura es un acto de reparación histórica para un pueblo al que nunca le dieron voz” dijo.

A su periplo por países africanos una vez elegida, le sigue el reconocimiento de la Universidad de Harvard con la Medalla ‘W.E.B. Du Bois’.

Condecoración “por su trayectoria como líder política y ambiental, y por su aporte a la lucha antirracista y la defensa de la vida”.

Así mismo, Francia Márquez fue ovacionada por la OEA tras su intervención sobre avances y esfuerzos para acabar con la guerra y las desigualdades estructurales.

Entre tanto, le correspondió asumir el encargo de crear el Ministerio de la Igualdad, que aunque con algunos contratiempos de orden presupuestal está en línea con lo manifestado por James Robinson, Nobel de Economía, quien expone la urgencia de hacer en el mundo, entre otros, los cambios que en esta materia propone hoy el gobierno de Colombia. Y mientras su aporte en votos a la campaña presidencial fue significativo, el de otras fórmulas vicepresidenciales no lo fueron tanto. Vicepresidentes, que a riesgo de considerarme irreverente no han sobresalido tanto como Francia.

Es el caso de Gustavo Bell Lemus, vicepresidente de Pastrana a quien poco se le recuerda, o el de Uribe, Francisco Santos que más bien le sirvió para darse notoriedad y seguir ejerciendo como ex para sentar cátedra y emitir conceptos sin que nadie se los pida.

Para más, Angelino Garzón, el vice de Santos, ex Secretario General de la CUT y quien formó parte de la Asamblea Nacional Constituyente, vicepresidente del partido Unión Patriótica y militante de la Alianza Democrática M-19, condiciones que sirvieron para maquillar la candidatura presidencial del doctor Santos y granjearse la confianza de los que simpatizan con el discurso sindical.

Y Martha Lucía Ramírez con sus “tragedias” familiares y su intrascendente gestión como Canciller. Vemos, pues, cómo a todos(as) hubo que buscárseles un oficio complementario porque realmente como vicepresidentes pareciera es poco lo que tienen que hacer.

Capítulo aparte sucedió con Humberto De la Calle y su embajada en Francia, quizá el único vicepresidente que sigue vigente y activo con enormes méritos luego de ocupar ese cargo.

En consecuencia, no sé si es solo en Colombia, donde parece que la vicepresidencia no se necesita o también en otros países, porque por lo menos en Estados Unidos tienen más renombre, tanto que luego se lanzan a la presidencia y hasta ganan.

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