Opinión
Tiempos de crisis: tiempos difíciles y de renovación
Por: María Lizbeth Cárdenas Oliveros
“Es en la crisis donde nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias… quien supera la crisis, se supera así mismo sin quedar superado…”
Albert Einstein
La mayoría de personas relacionamos el término crisis con situaciones negativas, y la verdad es que ella nos brinda la oportunidad para resolver problemas; es un estado que debemos entender para poder asimilarla por el mejor medio.
Con la llegada del Covid-19, la humanidad afrontó otra de las grandes crisis; esta vino acompañada de sensaciones de desamparo, vacío e incluso de desesperación. Este evento fortuito en la población mundial nos llevó a una realidad que nos obligó a asumir alguna posición necesaria y urgente. En una sociedad dinámica y abierta a conflictos y adversidades constantes, la capacidad de enfrentarla se convierte en un elemento importante en la vida de las personas.
Teniendo en cuenta lo anterior, somos testigos y a la vez protagonistas del modo como hemos desafiado los cambios y riesgos que trajo la llegada de la pandemia. De una manera imprevisible estuvimos de cara a un mundo polarizado: los Covid y los no Covid. A esto le agregamos el miedo, la ansiedad, el sentimiento de indefensión (… ¿Si no hay vacuna?... ¿Será efectiva?, ¿Y si me ataca el virus?...); en fin, experimentamos la amenaza a la salud y a la vida, pues vimos condicionada nuestra supervivencia, situación que nos obligó a optar por cambios – no deseados- en nuestra forma de vida, en la rutina, en la forma de trabajar, de estudiar, etc. Lo mismo sucedió con el factor económico, ya que la pandemia hizo disminuir y escasear los ingresos en la mayoría de las familias con el cese de innumerables empleos o la disminución de horas de trabajo en muchas empresas, situación que conllevó al uso de sustantivo tan de moda: reinvención, y en casos extremos, al desempleo.
De la misma manera el ámbito social se afectó enormemente, pues la distancia y el aislamiento se hicieron necesarios e imperativos, lo que hizo que muchas familias se reunieran a compartir y a convivir tiempo completo y en innumerables casos, sus integrantes entraran en conflictos generados por la rutina, la convivencia, la intolerancia, etc.
- (Puede leer: “Una vida, muchas vidas” y algunos olvidos)
Paralelamente a lo anterior, experimentamos unas reacciones muchas veces compulsivas: explosión de cursos “on-line” de lo que fuera: talleres de lectura, meditación, cocina, manualidades, entre muchos más; surgieron “coaches” o entrenadores de todo tipo; la lista de “youtubers” se alargó y de alguna manera los buscadores de protagonismo encontraron su momento y lucro en las redes sociales. En fin, el propósito general parecía sobreocupar a todo el mundo, para lo que hubo gran cantidad de opciones según los gustos y aptitudes.
Todas estas reflexiones nos llevan a inferir que es indispensable partir de la CRISIS desde una nueva visión, como componente de la vida misma y de las sociedades actuales; así será más fácil tomar conciencia de ella para poder trabajar a favor de su resolución o gestión; recordemos que la humanidad en toda su historia ha encontrado muchos obstáculos que en su momento parecían insalvables, pero más tarde, cuando fueron superados llegaron nuevas esperanzas y un mundo por descubrir y explorar; tengamos en cuenta que aprovechar una crisis es una oportunidad inmejorable; es un aprendizaje que implica además de creatividad y recursividad, la utilización de diálogo, conciliación, mediación, solidaridad, como herramientas para aprender a convivir en un contexto en donde es imperioso erradicar la violencia, el egoísmo, la subestimación, los prejuicios, la intolerancia y el irrespeto.
Para finalizar, unas palabras del poeta español Federico García Lorca y que vale la pena retomar: “El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta”.
*Docente Área de Humanidades
IET La Sagrada Familia
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