Opinión
¿Seguirá siendo la cultura un plato de segunda mesa?
En el último dato mostrado por el DANE que corresponde al año 2016, la cultura movió en el país 6.2 billones de pesos, con una participación del 1.1% del PIB, superando incluso al café, cuyo aporte fue del 1%. La cultura no sólo nutre nuestra identidad, sino que genera crecimiento y empleo, al tiempo que crea ventajas competitivas frente a otras regiones que ya han tomado la delantera: el eje cafetero se adueñó del tema del café, los antioqueños y los manizalitas con su innovación, los barranquilleros con su carnaval y el río, entre otras regiones, han construido alrededor de su cultura y de su identidad un modelo de desarrollo humano, social y económico.
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Desafortunadamente, la cultura parece ser un plato de segunda mesa en los gobiernos locales (incluso, en el departamento, donde sólo alcanza a ser dirección, dependiente de la Secretaría de Educación) y es la cenicienta a la hora de distribuir el presupuesto. Los gobernantes no han entendido la importancia de la cultura y, en medio de la distribución burocrática, más veces de las que quisiéramos hemos visto cómo encomiendan las carteras a gente que no tiene idea de cultura, identidad, de cómo construir una política clara que desde la cultura aporte al desarrollo humano y social de la región (aunque seguramente tengan otras virtudes profesionales y humanas) ni mucho menos de presentar proyectos que jalonen recursos nacionales, especialmente ahora que el gobierno nacional le quiere apostar a las industrias culturales.
La inversión en cultura termina en eventos que no constituyen procesos. Un concierto aquí, una muestra allá, una capacitación acullá. Pero todo termina como empezó porque no hay continuidad y los eventos no hacen parte de una política estructurada en la que podamos medir los avances y el cumplimiento de objetivos. En el departamento, ni siquiera está atada la cultura con el turismo y en Ibagué, pese a ser parte de la misma apuesta, no hay una identificación de los potenciales patrimoniales que permite diversificar el turismo e integrar nuestro patrimonio material al inmaterial en el diseño de productos: las manifestaciones culturales tradicionales y las actividades culturales-artísticas pueden aportar a la innovación del destino construyendo una plataforma de turismo cultural.
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Ibagué y el Tolima necesitan una política cultural clara, una apuesta hacia el desarrollo a partir de la cultura que se evidencie tanto desde el presupuesto como desde el perfil de las personas que estarán a cargo. Se necesita imaginación, sensibilidad, articulación con otras secretarías, capacidad de diálogo y de construcción conjunta junto a los colectivos culturales y la empresa privada. No más esfuerzos aislados, no más que la cultura sea un plato de segunda mesa.
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